Esperanza devuelta

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

El miedo es aquella sensación que experimentamos cada vez que nos enfrentamos a lo desconocido. Estamos cumpliendo exactamente un año desde el inicio de la contingencia sanitaria por la pandemia del Covid 19. Un año en el que la vida de todos nosotros cambió para siempre. Por estas semanas comenzó en nuestras comunidades la vacunación … Leer más

El miedo es aquella sensación que experimentamos cada vez que nos enfrentamos a lo desconocido. Estamos cumpliendo exactamente un año desde el inicio de la contingencia sanitaria por la pandemia del Covid 19. Un año en el que la vida de todos nosotros cambió para siempre.

Por estas semanas comenzó en nuestras comunidades la vacunación para adultos mayores de 60 años y, quitando algunos episodios de desconcierto y confusión, las jornadas de vacunación que se sucedieron transcurrieron de forma satisfactoria ofreciéndonos a todos unos enternecedores cuadros de regocijo, entusiasmo, alegría y, por qué no decirlo, hasta de festejo: ¡nuestros adultos mayores ya están vacunados!

Después de un año de vivir experimentando miedo, esa terrible sensación de incertidumbre sobre si irían a infectarse o no, sobre si esto terminaría algún día o no, de ver a sus amigos y conocidos morir o ser ingresados a clínicas para ser intubados, de saber de otros más jóvenes que ellos que acabaron siendo arrastrados a la muerte por causa de este virus, aquella horrible espera llegó a su fin.

El Covid 19 nos robó a todos el valiosísimo tesoro de la esperanza y que los seres humanos no estamos hechos para vivir a la sombra de la desesperanza. Es la esperanza el anhelo con el que abrimos los ojos cada día y que activa el mecanismo que nos hace brincar de la cama para salir a ganarnos la vida y esta pandemia nos la arrebató de repente. Pero ya está de vuelta.

Es para nosotros experimentar la sensación que experimenta el marinero que perdió la brújula y divisa en el horizonte tierra firme por primera vez en muchos días de permanecer flotando a la deriva, a merced del mar.

Ya estamos cerca de la costa. Y es lógico experimentar otra vez esa seguridad de que nos encontramos cerca de recuperar mucho de lo que el Covid 19 nos quitó. Ojalá que lo que nos dejó, más allá de las cicatrices propias de las secuelas con que a muchos de nosotros marcó, no lo olvidemos nunca. Aunque todos nos apuremos por borrar de nuestras memorias el año 2020, el año de la pandemia de la desesperanza.




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