Educación fundada en derechos humanos

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

El Día del Estudiante debe servirnos como pretexto para inculcar en los jóvenes el deseo por luchas que mejoren las condiciones sociales, políticas y culturales de todas las personas. Para mí, todos esos rasgos que nos diferencian, como la riqueza, la posición, el estatus, etc., son secundarios. Creo sinceramente que podemos aprender a relacionarnos entre … Leer más

El Día del Estudiante debe servirnos como pretexto para inculcar en los jóvenes el deseo por luchas que mejoren las condiciones sociales, políticas y culturales de todas las personas.

Para mí, todos esos rasgos que nos diferencian, como la riqueza, la posición, el estatus, etc., son secundarios. Creo sinceramente que podemos aprender a relacionarnos entre nosotros sobre la base de nuestra humanidad compartida y esto crea inmediatamente un clima de confianza.

Si pensamos sólo en nosotros mismos, olvidamos a otras personas, entonces nuestras mentes ocupan un área muy pequeña y surge la desigualdad.

Debemos diseñar políticas educativas que construyan pensamiento crítico, que sirva como herramienta para crear una sociedad que combata las desigualdades sistémicas que nos aquejan actualmente.

Incluso un pequeño problema parece muy grande, pero en el momento en que desarrollas un sentido de preocupación por los demás, te das cuenta de que, al igual que nosotros, ellos también quieren la felicidad; también quieren satisfacción. Cuando tienes este sentido de preocupación, tu mente se ensancha automáticamente y desaparece la desigualdad. En este punto, tus propios problemas, incluso grandes problemas, no serán tan importantes. ¿El resultado? Gran aumento en la paz mental. Así que, si piensas sólo en ti mismo, sólo en tu propia felicidad, el resultado es en realidad menos felicidad por eso tienes más ansiedad, más miedo.

La tarea democrática moderna debe sustentarse en una educación fundada en los derechos humanos, la equidad y la justicia

El verdadero destructor de nuestra sociedad y los derechos humanos, no son las armas o los enemigos externos, sino nuestras propias emociones destructivas. Ni nuestros amigos, ni tampoco un ser supremo, nos dan la oportunidad de practicar la paciencia como lo hace una persona hostil. Y al hacerlo, un enemigo puede convertirse en nuestro maestro.

Necesitamos recordar que todos somos seres humanos. Tenemos que pensar en toda la humanidad, no sólo en mi grupo, sino en la inclusión y podemos lograrlo a través de la educación, cuyo papel es reducir la brecha entre la apariencia y la realidad, esa es la desigualdad.

La apariencia es que hay una diferencia entre “ellos” y “nosotros”, mientras que la realidad es que la humanidad es una sola, y los otros son parte de “nosotros.”

Tenemos la oportunidad histórica de fomentar la cultura de derechos humanos, dirigiendo programas de formación y difusión a distintos públicos para contribuir a la generación de pensamiento crítico y fomentar prácticas de participación, vigilancia y propuesta ciudadana en los asuntos públicos, sin olvidar a sectores como niñas, niños y las juventudes.

 




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