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Opinión

Dos zacatecanos nos devolvieron a Cuauhtémoc

Dos zacatecanos nos devolvieron a Cuauhtémoc

Cuauhtémoc fue el último rey-sacerdote azteca, quien tomó el mando para defender a su pueblo en plena conquista española.

Simitrio Quezada
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20 de noviembre 2025

Jerez, Zacatecas, es la tierra del poeta que dio al valeroso caudillo indígena Cuauhtémoc un precioso mote, atinado como si fuese implantado con precisión quirúrgica: “joven abuelo”. No sólo eso: también “único héroe a la altura del arte”.

En efecto, de entre todos los personajes históricos que pudieron figurar en el mejor poema nacional, “La Suave Patria”, entró exclusivamente, con sutil vuelo, Cuauhtémoc. López Velarde lo recalca —y permítanme repetir—: “único héroe a la altura del arte”.

Parafraseo a nuestro paisano: “Sólo un héroe, de los tantos que ha tenido México (y recordemos que todo el siglo 19, de donde venía Ramón, nacido en 1888, estuvo lleno de guerras tanto de defensa nacional como civiles y, por tanto, héroes)… sólo un héroe merece estar en mi poema dedicado a la Patria. No sólo eso, a La Suave Patria: un texto que dulcifica y enternece la épica utilizada entonces sólo en los discursos gubernamentales y que ahora se producía en el escritorio íntimo de una recámara.

Cuauhtémoc, además, figura en el único intermedio del poema.

Toda esta gran distinción supera incluso a la que se dio en la letra del Himno Nacional Mexicano (escrita por el hijo de una zacatecana, de Pinos: Francisco González Bocanegra), donde aparece Antonio López de Santa Anna. Bueno: aparece y no, porque —a diferencia de Cuauhtémoc en La Suave Patria— acá sólo está el apodo, “el guerrero inmortal de Zempoala”— y no el nombre ni los apellidos.

Además, fue el propio López de Santa Anna, como presidente de la República, quien había convocado al concurso para generar este Himno Nacional. Se puede inferir, entonces, una suerte de conflicto de interés o intento de loa convenenciera que de facto puede desacreditar la inclusión en el texto literario.

Zacatecas es también tierra de una mujer insigne y abridora de camino para las mujeres: Eulalia Guzmán Barrón, a quien tanto debemos en la lucha contra el olvido a Cuauhtémoc. Paréntesis: Eulalia Guzmán es el nombre de la biblioteca más joven en el estado de Zacatecas, erigida en la también bravía tierra de Nochistlán, colindante de los Altos de Jalisco.

En los años cuarenta del siglo XX se descubre la osamenta de Cuauhtémoc, y todo a raíz de la circulación en nuestro país de la moneda de plata de cinco pesos con la imagen de este héroe de la resistencia indígena. Esta reivindicación permite que algunos mexicanos se atrevan a descubrir al mundo los testimonios que casi en secreto guardaban en torno a la figura rebelde y digna de Cuauhtémoc.

En este contexto específico entra en acción nuestra paisana Eulalia Guzmán, quien con maestría, profesionalismo y mucha acuciosidad supo investigar, contrastar y descubrir datos que la llevaran a ella y su equipo a excavar y dar con los restos del insigne joven abuelo.

Por supuesto que surgieron diversos negacionistas, aparentemente vinculados con la intelectualidad española, que quisieron desacreditar el trabajo de la zacatecana Eulalia. Según Pablo Moctezuma, sus oposiciones obedecieron “al hispanismo negativo, al racismo, al anticomunitarismo identificado con el anticomunismo, la mentalidad colonialista y neocolonialista”.

Nos fue devuelto Cuauhtémoc, literariamente, por el zacatecano Ramón López Velarde en 1921; y, físicamente, por la zacatecana Eulalia Guzmán en 1949. Estas coincidencias deben acrecentar nuestro orgullo por pertenecer a esta entidad federativa muchas veces menospreciada y hasta perjudicada desde la federación. Somos tierra de hombres y mujeres de gran valía, que saben honrar en los hechos a los valores más sagrados de nuestra formación como patria.

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