Chapulinear pero sin el cargo

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

El ser humano, por naturaleza, tiene una serie de metas y aspiraciones a conquistar en el trayecto de su vida, y en muchas ocasiones deja el lugar, el empleo, el cargo, hasta la ciudad y el país de residencia para buscar algo mejor. El impulso por superarse no sólo es comprensible, sino hasta encomiable, pues … Leer más

El ser humano, por naturaleza, tiene una serie de metas y aspiraciones a conquistar en el trayecto de su vida, y en muchas ocasiones deja el lugar, el empleo, el cargo, hasta la ciudad y el país de residencia para buscar algo mejor. El impulso por superarse no sólo es comprensible, sino hasta encomiable, pues no podríamos aceptar una sociedad cargada de conformistas, estancada y sin progreso. Es pues; interés de la sociedad, que cada uno de sus miembros busque superarse, porque de esa manera se logran mejores niveles de vida en general.

Es decir; es el interés personal ligado al interés social, pero no cuando el interés personal menosprecia el orden social abandonando obligaciones, compromisos, pactos, contratos, y menos aún cuando el móvil es por negocio o por traición.

En la clase política no es diferente, y así vemos en todos los escenarios a los actores políticos abandonando un cargo antes de cumplir su encomienda para buscar otro que lo mantenga en el rumbo de lograr sus aspiraciones más altas, o abandonando a un partido político al que le juró lealtad para abrazar a otro que le ofrece oportunidades que en el anterior no le dieron. Esta acción es conocida popularmente como chapulineo, lo que significa que nadie es fiel a nada ni a nadie. Cualquiera chapulinea cuando le conviene; pero la peor expresión de esto, es cuando el chapulín se va con todo y el cargo que logró con la franquicia del abandonado. Así vemos cómo, por conveniencia personal, un Diputado; local o Federal o Senador, negocia con otro partido para irse a engrosar su fracción parlamentaria a cambio de algo, dejando disminuido al Partido que lo encumbró.

La Diputada Federal Hortensia María Luisa Noroña Quezada, del Partido Revolucionario Institucional, recientemente presentó ante la Cámara de Diputados una iniciativa para reformar el artículo 23 de la Ley General de Partidos Políticos, para establecer que en el caso de que un representante popular electo decida renunciar o cambiar a un partido político distinto al que lo postuló, éste deba renunciar al cargo. Es decir; que se vaya, pero antes le deje al partido la posición.

Esa iniciativa me parece encomiable, toda vez que fortalece la democracia y le cierra la puerta a quienes venden las representaciones populares al mejor postor, haciéndolas objeto de comercio.

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