Ayuno digital

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Llamó poderosamente mi atención una nota de la BBC sobre una aldea en la India que establece una especie de “toque de queda” para el Internet diariamente durante dos horas con el fin de que todos los habitantes lo dediquen a la convivencia humana.

Llamó poderosamente mi atención una nota de la BBC sobre una aldea en la India que establece una especie de “toque de queda” para el Internet diariamente durante dos horas con el fin de que todos los habitantes lo dediquen a la convivencia humana.

Instalaron una sirena y ésta suena todos los días a las 7:00 pm para indicar que es hora del “apagón digital”. Y es que las autoridades de esta pequeña comunidad son conscientes de las consecuencias que tiene, principalmente entre los jóvenes y adolescentes.

La nota refiere a que el uso indiscriminado, casi adictivo, del Internet no es si no un escape temporal a estados emocionales desagradables. Y esta decisión, consensuada por esos aldeanos, se tomó para “desintoxicar” un tanto aquella atmósfera social. Lo han denominado también “ayuno digital” y aseguran que han logrado con ello que los niños se concentren más en sus estudios y haya mejores conversaciones entre ellos y aún con los adultos.

Si usted tiene hijos esto le sonará tremendamente cierto. Es increíble su dependencia de los dispositivos electrónicos, especialmente los teléfonos inteligentes. Y el asunto se complica cuando se da una tremenda mezcolanza de usos escolares, de comunicación, ocio y entretenimiento, además de las redes sociales en un aparatito de estos. Pero la más clara señal de que el uso se vuelve patológico en nuestros niños y adolescentes es su irritabilidad al exigírseles que nos lo entreguen o cuando se los bloqueamos de manera remota. Luego otras señales son el que no quieran salir a jugar con otros niños, prefieran quedarse en casa ante la propuesta de algún paseo y, por supuesto, su bajo rendimiento escolar.

Pues bien, yo creo que va siendo hora de que comencemos a implementar este tipo de “ayunos digitales” en nuestras casas y comunidades porque, ciertamente, todos tenemos un mayor o menor grado de adicción a los dispositivos móviles. Los que más sufren – aunque no lo parezca- son nuestros niños y nuestros jóvenes, pero los adultos debemos de predicarles con el ejemplo y de asumir la problemática con creatividad y con la sabiduría que nos dan la edad y la experiencia con las que contamos para, no por medio de la imposición, sino del acompañamiento fraternal, demos un cauce distinto a la energía y jovialidad que los caracterizan y que, hoy por hoy, se están evaporando por el creciente uso y abuso de lo digital.

¿Qué hacíamos nosotros cuando se iba la luz en casa? Tomábamos una guitarra y nos poníamos a cantar, contábamos historias de miedo, inventábamos cualquier juego o dinámica o sencillamente conversábamos durante horas, hasta que el sueño terminaba por vencernos. Pero nos conocíamos, y aquellos momentos juntos se grababan con fuerza en nuestras memorias y fortalecían nuestros vínculos. Nos obligaban a ser creativos y tolerantes. He aquí un reto más, ¿cómo ve? ¿Está dispuesto a asumirlo?

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