¿Un pacto por Zacatecas?

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Zacatecas tiene muchas urgencias y requiere de un pacto entre todos en el que se establezca lo que a cada ciudadano corresponda hacer.

El día de hoy, después de la epidemia, todos los países del mundo y cada una de las empresas de cada país, por supuesto, se ve en un campo de batalla en el que priva una competencia despiadada. En el gran combate cuerpo a cuerpo internacional no hay supervivencia posible sin agilidad y rentabilidad. Aquí, las ganancias no son opcionales: proporcionan el combustible esencial para invertir, innovar y transformarse en medio de la agitación de la transición ecológica. Es mejor no depender de alquileres que cuesta pagar y para demostrarlo, dos ejemplos: hoy solo hay 24 empresas francesas entre las 500 más grandes del mundo, la mitad de hace treinta años; hoy hay 5 empresas mexicanas entre las 500 más grandes del mundo. En otras partes de América, Europa, Estados Unidos o China, no se pellizcan la nariz al ver “superganancias”.

El club de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), que aparece escondida, es la misma de la cual de vez en vez nos acordamos de que nos genera rencor y odio, es una bendición para México. Aunque una parte de esas poco más de 140 empresas desarrolla buena parte de sus actividades fuera de nuestras fronteras, representa cientos de miles de puestos de trabajo en nuestro país, vertebra la estructura de sectores enteros, produce numerosos centros de excelencia y proporciona al Estado Mexicano miles de millones de dólares en ingresos fiscales. En un país en busca de su soberanía perdida, de recuperar la actividad económica que tuvo hace décadas, la presencia internacional de estas gigantescas empresas es una valiosa herramienta de influencia, presencia y riqueza. Hoy en día, este es un activo que los mexicanos debemos defender a toda costa.

De ese grupo de casi 145 grandes empresas una mayoría tiene intereses en Zacatecas, pero solamente cuatro (tres de ellas mineras) tienen en territorio del estado establecimientos de grandes proporciones. Dicho de manera simplificada, Zacatecas es para la mayoría de las empresas de la BMV territorio de venta y consumidores, más que de gran inversión y generación de riquezas. Este es un escenario que no se generó en un día. Ha sido la realidad zacatecana hace décadas.

En las páginas de los diarios y en los audios de los espacios de análisis cotidiano en el espectro radial de Zacatecas no hay día en que no haya reclamos, quejas, rezos, cuestionamientos acerca de las causas y discusión de soluciones mágicas para enfrentar la realidad que nos muestran las frías cifras que miden la economía zacatecana de las últimas décadas: deterioro de los indicadores de crecimiento económico (el producto interno bruto estatal ha disminuido a tasas del 0.7% negativo en promedio durante casi toda la última década), tenemos pobres cifras de generación de empleo, la inversión privada directa nueva (no la reinversión de utilidades) es una debilidad, las cifras altas de informalidad son casi un distintivo y la confianza del sector productivo zacatecano ha tenido pobres cifras durante lustros, por referirnos a indicadores gruesos, sin hacerlo apelando a otros más finos y, por supuesto, sin hurgar en los bolsillos de cada ama de casa zacatecana de hoy. Son los mismos lustros en los que hemos buscado soluciones pasando de pretender vocación minera, luego aeroespacial, luego turística, después automotriz y al final todas juntas.

Parece que, en el fondo, son las debilidades estructurales de la economía zacatecana las que en el tránsito de varios periodos de gobierno no han sido atendidas y, por supuesto, no han encontrado soluciones. No es el objeto de mi reflexión de hoy enumerarlas porque cada uno podemos apreciar alguna de ellas cuando somos víctimas de ese ejercicio de comparación que hacemos de nuestra realidad cuando viajamos a hacer la compra (de lo que sea) fuera de Zacatecas.

Encontrar soluciones a esas debilidades estructurales corresponde no solamente a cada gobierno en su turno; las soluciones requieren de la participación determinante de la sociedad en su conjunto y de atenta escucha, acompañamiento y articulación de quien ejerce una encomienda gubernamental. Ha sido perjudicial para todos la actitud de esperar la implementación de políticas públicas que al final resultan ineficaces -aunque algunas sean resultado de ocurrencias o buenas intenciones- para luego emitir solamente aguda crítica, oportunismo de por medio.

Zacatecas tiene muchas urgencias y requiere de un pacto entre todos en el que se establezca lo que a cada ciudadano corresponda hacer para contribuir a la solución de cada problema que enfrentamos, con la concurrencia del gobierno. Hace unas semanas en un espacio radiofónico del consejo de esta casa editorial se planteó la necesidad de un pacto por la seguridad de Zacatecas: es evidente que en la construcción de ese pacto por la seguridad habrá que incluir mecanismos de solución para los problemas económicos, de salud, educativos -y un etcétera- de nuestro estado.




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