Niños, depresión y ansiedad

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Alrededor del 15% de los adolescentes presentan en algún momento trastorno de ansiedad y el 20% un trastorno del ánimo.

El consumo de psicofármacos entre niños y adolescentes aumentó un 48% entre 2014 y 2021 para los antipsicóticos y un 62% para los antidepresivos, como si la sociedad estuviera generando una generación de personas dependiente de este tipo de medicinas.

Los psicotrópicos son tratamientos recetados a patologías muy variadas. Los tratamientos farmacológicos pueden, por un lado, prescribirse para dolencias crónicas, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el déficit de atención. Estos trastornos, como tales, no han aumentado particularmente. Y pueden, por otro lado, administrarse para la depresión, la ansiedad o los trastornos alimentarios, que han aumentado considerablemente desde hace 3 años que inició el período Covid e incluso antes. En particular, hay un aumento masivo de estos trastornos entre los jóvenes, ya sea en niños o adolescentes. Hoy, alrededor del 15% de los adolescentes presentan en algún momento trastorno de ansiedad y el 20% un trastorno del ánimo.

El aumento de estos trastornos, en mi opinión, va de la mano con el aumento en su manejo y, por lo tanto, en los tratamientos administrados con fármacos. Lo más alarmante sobre el tema de estos psicotrópicos es el aumento de las recetas con hipnóticos, sobre los cuales la psiquiatría infantil tiene relativamente poca información. Este asunto es bastante preocupante porque, por cierto, más del 70% de las recetas que contienen estas medicinas no son formuladas por psiquiatras sino por otros médicos. Esto se debe en parte al hecho de que el acceso a los psiquiatras en general y los dedicados a la atención de niños y adolescentes en particular no es fácil.

La carencia de servicios de salud mental ha sido denunciada durante décadas, por médicos, psiquiatras, psicólogos, informes parlamentarios, de organizaciones civiles, artículos y, especialmente en este caso, por pediatras. Esta carencia se agravó aún más por la crisis del Covid y la explosión en el número de trastornos de ansiedad y depresión.

La psiquiatría infantil es una disciplina relativamente nueva. Apareció en la posguerra, crecimiento considerablemente entre los años 60 y 80, y hoy continúa desarrollándose. Sin embargo, tanto en medicina como en psiquiatría, no debemos hacer según lo que los médicos sentimos que tenemos que hacer, sino según lo que se ha demostrado que es más efectivo y eficaz. Para esto, es indispensable fundamentar el diagnóstico en muchos individuos, incluir pacientes en estudios y comparar diferentes tipos de atención. Por lo tanto, el número de diagnósticos ha aumentado considerablemente y, en consecuencia, también la cifra de pacientes diagnosticados. Esto explica por qué hay muchos más trastornos psiquiátricos reportados hoy que en generaciones anteriores, lo que no necesariamente significa que haya mecánicamente más pacientes o que detrás de estas cifras hay un fenómeno de sobrediagnóstico y sobremedicalización de los niños.

Múltiples informes han demostrado que el período Covid ha acelerado la tendencia previa, a saber, el aumento masivo en el número de trastornos mentales. Hoy en día, entre los jóvenes y adolescentes, hay aumentos significativos en los intentos suicidas, la ansiedad y los trastornos alimentarios. Todo esto no volvió a la normalidad después del confinamiento, sino que el Covid simplemente reforzó una tendencia mucho más profunda. Estas cifras también están vinculadas a los elementos que generan incertidumbre en el mundo de los niños y jóvenes, como la guerra en Ucrania hasta la ansiedad ecológica, que es un elemento subestimado.

No hay fármaco que sea eficaz sin efectos adversos. Durante los últimos quince años, todos los medicamentos que se desarrollan para adultos y que podrían tener un uso en niños, están siendo sujetos a estudios para ver si realmente se pueden prescribir en la población infantil que los requiera. Por lo tanto, ahora nos beneficiamos de una abundante literatura que muestra su efectividad y efectos adversos. Hoy la evidencia sugiere que los efectos adversos de los psicotrópicos recetados a población infantil por sus médicos a menudo siguen siendo inferiores a los efectos beneficiosos.

Desafortunadamente, la carencia de personal médico experto en la atención de niños con trastornos psiquiátricos genera escenarios como el que enfrentan los chicos de entornos desfavorecidos que tienen problemas de conducta, quienes tienen más probabilidades de recibir tratamiento con medicamentos que los de entornos más ricos, debido, principalmente a la dificultad que tienen para acceder a la atención, sobre todo si se encuentran en desiertos médicos. Dado que se diagnostican más tarde, generalmente tienen síntomas más avanzados, que luego requieren tratamientos farmacológicos.




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