La angina del presidente

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Los médicos cometemos falta cuando publicamos información clínica de algún paciente, a menos que haya solicitud o consentimiento de parte del mismo.

Los médicos cometemos falta cuando publicamos información clínica de algún paciente, a menos que haya solicitud o consentimiento de parte del mismo. En el caso de la salud actual del presidente López Obrador, los integrantes de este grupo de hackers llamado Las Guacamayas se encargó de robarla de los servidores de las Fuerzas Armadas de nuestro país, un grupo de periodistas se encargó de publicar los detalles y él mismo de aceptar que esta información era real y luego de tratar de minimizarla y no es verdad que ya todo se sabía. 

De las notas médicas filtradas que describen la condición clínica de este paciente de casi 69 años que tiene la responsabilidad de dirigir los destinos del país, se pueden entresacar frases que contienen términos técnicos que vale la pena desmenuzar: “Médica Sur”, “Hospital Central Militar”, “infarto del miocardio anteroseptal”, “angioplastia y stent”, “función ventricular conservada, movilidad segmentaria normal”, “hipertrofia ventricular izquierda”, “angina inestable”, “cateterismo de rutina”, “traslado de urgencia” en “ambulancia aérea”, “hipotiroidismo”.

El párrafo anterior se puede transcribir de la siguiente manera: “Hombre de la tercera edad con evidencia de complicaciones de presión arterial alta crónica descuidada, que hace 9 años tuvo un infarto de la zona más delicada del corazón, entonces atendido a tiempo y de manera eficaz con la última tecnología en uno de los hospitales privados más caros del país y que ahora, varios años después de aquel infarto, tiene señales de complicaciones tardías, potencialmente prevenibles, con presentación aguda y que pusieron en peligro su vida, para las que recibió manejo con la mejor tecnología después de un traslado por vía aérea en condiciones ideales; tras el alta podrá seguir con sus actividades de manera habitual”. En otras palabras, el presidente es un hombre con las enfermedades típicas de los mexicanos de su edad, pero que recibió atención médica atípica en el grupo de enfermos al que pertenece y gracias a ello hay AMLO para rato, siempre y cuando se vuelva responsable consigo.

Los médicos mexicanos conocemos bien la descripción de cuadros de ese tipo. Las enfermedades cardiovasculares son sumamente comunes. En México, dos de cada tres personas mayores de 60 años tienen presión alta y más de la mitad de ellas no lo sabe o no se trata (muchas veces por dificultades de acceso a las medicinas y a servicios médicos), la insuficiencia cardiaca se está convirtiendo en epidemia y uno de cada tres mexicanos muere precisamente por este tipo de dolencias. La angina inestable y el infarto del corazón son las manifestaciones extremas de los estragos que causan estas enfermedades descritas en el expediente robado a la gente de confianza del presidente; un ataque cardíaco consiste en que una arteria se tapa, duele y un pedazo de músculo cardiaco muere si el tratamiento no llega a tiempo; posiblemente sea la expresión más acabada de lo que significa tener cardiopatía: con todos los adelantos terapéuticos, casi la mitad de las personas que lo sufren, fallecen antes de llegar a un hospital. 

Un infarto hay que ganárselo, ya que aunque influyen la genética y edad, los principales  factores de riesgo son fumar, no hacer ejercicio, tener diabetes, hipertensión, obesidad o trastornos del colesterol, todos ellos prevenibles o tratables. Durante la campaña presidencial de 2012, su coordinador publicó que López Obrador fumaba y bebía un poco (lo que quiera que eso signifique), y no tenía diabetes, pero ahora está claro que tiene hipotiroidismo y ese es otro factor de riesgo.

Idealmente, quien se busca una catástrofe de esta naturaleza debería llegar a un hospital con médicos preparados, día y noche, con los instrumentos y medicamentos para abrir la arteria ocluida en los minutos siguientes a que el dolor inició. Ganar esa carrera contra el tiempo vuelve más probable conservar la vida y después poder hacerla de manera normal. Desafortunadamente, por miseria o falta de información, solo una pequeña fracción de mexicanos privilegiados tiene acceso a atención médica de tal nivel y con tal oportunidad. López Obrador ha tenido acceso a esos recursos en cuando menos dos ocasiones -las que se conocen- en los últimos nueve años.

Con el argumento de la igualdad republicana, AMLO ha criticado en sus discursos de campaña y como ejecutivo de la República los lujos de los políticos, entre ellos el uso de hospitales costosos. Con esos discursos vendió la promesa de un sistema sanitario para todos con servicios como los que él tiene al alcance; es una promesa que no ha cumplido y que con su físico ha evidenciado. En la enfermedad se conoce a las personas, sobre todo en la fila del típico hospital público; en la misma fila en la que él no ha estado cada vez que llegó el dolor.

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