Adolescencia política

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Recientemente una acción combinada del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional enfrentaron en Valparaíso Zacatecas a un grupo armado al que le causaron varias bajas y recuperaron algo así como 18 camionetas. Semanas antes, los medios locales difundieron el espectacular desfile de esa banda armada desplazándose en varias decenas de vehículos ante al azoro de … Leer más

Recientemente una acción combinada del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional enfrentaron en Valparaíso Zacatecas a un grupo armado al que le causaron varias bajas y recuperaron algo así como 18 camionetas.

Semanas antes, los medios locales difundieron el espectacular desfile de esa banda armada desplazándose en varias decenas de vehículos ante al azoro de la población de la cabecera y la pasividad de la autoridad.

El presidente municipal, Eleuterio Ramos, declaró al respecto en varias ocasiones, en la primera justificó la inacción de la autoridad para evitar una masacre, posteriormente manifestó que “en Valparaíso vivimos una guerra que es ajena”, con lo que nos proporciona dos de las claves del pensamiento político que ha caracterizado a los gobernantes locales desde que se produjo “El efecto cucaracha”.

Teníamos más policías en 2007, cuando se produjo la captura del territorio había más dinero público disponible para contratar policías que en estos momentos, a pesar que ahora cada ayuntamiento ejerce varias veces más recursos que entonces, pero la corrupción imperante da como resultado que los ayuntamientos tengan varias veces más empleados que entonces y varias veces menos policías, así de mal hemos sido gobernados.

Los grandes cárteles de vez en vez hacen demostraciones de fuerza en el territorio zacatecano,  “joden y se van”.  Los destinatarios de su mensaje son otros cárteles, ejecutan rivales,  hacen acto de presencia y se retiran dejando “personal de guardia” a diferencia de hace años que instalaban  campos de entrenamiento  y organizaban convivencias masivas  decembrinas como las que organizó Heriberto Lazcano en Calera.

 

Urge una línea de recuperación policial municipal cuando menos similar a la de hace 15 años, son inevitablemente la línea de defensa más próxima a la población, la decisión del presidente municipal de no interferir en la demostración de fuerza del grupo armado fue prudente, es inadmisible que los municipios contraten personal que no necesitan y no contraten al que sí necesitan.

No obstante, con inteligencia, estrategia, táctica y decisión de arriesgarse para cumplir el deber, las fuerzas locales  pueden auxiliar a la población que padece cobro de piso y secuestro en forma cotidiana, debido a que los extorsionadores que aterrorizan Villa González Ortega y toda esa región son ”marca Juan Pueblo”   identificados por las poblaciones porque se trata de habitantes de la región, son “mano de obra barata” mal pertrechados y con margen de ganancia mermada por los sobornos que tienen que repartir.

Si hasta el Mayo Zambada se queja de que “nomás trabaja para el gobierno” imagínese que dirán nuestros “valores locales”.

En conclusión, la indefensión policial es resultado de la corrupción endémica en gobiernos municipales y en el estatal.

 Costoso empecinamiento en el error

La  declaración del presidente municipal en el sentido de que Valparaíso vive una guerra ajena refleja el equivocado modo de pensar que echó raíces en  la clase gobernante, si los habitantes de Valparaíso son enviados a pelear a Afganistán, entonces el presidente municipal tendría razón.

Las distintas administraciones locales han visto como “guerra ajena” la actividad criminal quizás porque Zacatecas no ha parido un cártel local como varios estados de la República y por el torpe criterio “el que nada debe nada teme”, a pesar de tantas víctimas inocentes, ese modo de pensar provoca que todo esté suelto, que eludan la depuración de los cuerpos policiacos y que la gente se mantenga desconfiada y no aporta lo que sabe por temor de hablar con los mismos.

Si no se modifica la manera de pensar, no se modifica la manera de actuar frente a la delincuencia que opera en nuestro territorio; nuestros gobernantes deben abandonar la adolescencia política que se manifiesta en la pretensión de que vivimos guerras ajenas y por consecuencia,  la responsabilidad también es ajena.

El carácter rotativo de los mandos del Ejército y la Guardia Nacional en los estados es sano, pone obstáculos a las complicidades con el crimen organizado, pero tratándose de mandos locales, es al contrario porque facilita entendimientos corruptos fáciles de ocultar.

Que los mandos federales sean foráneos y rotativos y los mandos locales sean de casa y de algún modo, rotativos. Los mandos locales deben ser confiables transmisores de información de inteligencia propia de las policías de proximidad y que los mandos federales no sepan si se cuidan más de los cuerpos locales infiltrados o de la delincuencia a cielo abierto.

Nueva normalidad, nueva mentalidad

La nueva normalidad zacatecana implica la correspondiente nueva mentalidad en sus políticos.  Seguir endosando nuestros problemas a otros perpetúa nuestro atraso, la evidente corrupción local es la piedrota en el camino que solo haremos a un lado cuando sintamos la urgencia de despedir de la vida pública a los que fallan insistentemente. Se puede.




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