
El estilo actual de vida propicia en los seres humanos que cada vez nos resulte más complicado aprender a gestionar y disfrutar nuestra existencia finita.
Los primeros seres humanos aparecieron en África hace aproximadamente 200,000 años. Los científicos estiman que la vida, de una forma u otra; permanecerá al menos durante los próximos 1.500 millones de años, hasta que el calor cada vez con mayor intensidad del sol termine con el último organismo vivo.
Vista desde esta perspectiva, la esperanza de vida de un ser humano es absurda, siniestra y denigrantemente corta. Si usted, mediante una combinación de buena salud y un poco de surte llega a la edad de 90, habrá vivido casi 4700 semanas. Aunque también puede tener la fortuna de Jeanne Louise Calment, una dama francesa que, al momento de su muerte en 1997, contaba con 122 años de edad; dato que le permite ubicarse como la persona con mayor número de semanas vividas.
De acuerdo con el filósofo contemporáneo Thomas Nagel y en cualquier escala de tiempo confiable, «estaremos todos muertos en cualquier momento». De ahí que es demasiado importante desde una perspectiva generalizada entender que la gestión del tiempo debería de ser nuestra principal preocupación. Para efectos prácticos, aceptar que nuestro tiempo en este mundo es limitado, significa reconocer que sin duda alguna no vamos a tener tiempo para realizar todo lo que queremos hacer o lo que otras personas quieren que hagamos.
El estilo actual de vida propicia en los seres humanos que cada vez nos resulte más complicado aprender a gestionar y disfrutar nuestra existencia finita, así como que logremos desarrollar habilidades cognitivas (como la planificación y la atención plena) que nos permitan optimizar el uso de nuestro más valioso recurso y no renovable: la vida.
Aprender a vivir implica gestionar y disfrutar nuestro finito tiempo de vida (lo cual de ninguna manera es una frase poética), es algo que, por el bienestar de nuestra evolución como especie, debería ser un insumo de la práctica cotidiana de todo ser humano, así como también uno de los comportamientos más significativos de las personas. Actuar con un propósito de bienestar colectivo, aprender a planificar y vivir con conciencia plena, son bases indispensables que nos permiten convertir una vida limitada en una existencia verdaderamente plena.
Dado que disfrutar la vida no es una cualidad innata del ser humano, en los 200,000 años de nuestra historia evolutiva, no se puede afirmar que todos los seres humanos han transitado por una existencia placentera. Si queremos disfrutar la vida debemos aprender y entrenar un comportamiento emocional y cognitivo que nos permita desarrollar habilidades para tomar conciencia, sentido, atención y conexión con nosotros mismos y con los demás.