
Mientras estamos ocupados en otras actividades, nuestro tiempo de vida transcurre, olvidamos lo único realmente importante, nuestra verdadera misión es tratar de ser felices.
Muy pocos son los afortunados seres humanos que han logrado desarrollar habilidades que les permitieron disfrutar de su existencia con plenitud y desprenderse de la visión de una vida cargada de pesadumbres.
Durante nuestro trayecto escolar las personas aprendemos a realizar cálculos numéricos, a escribir, a leer y a interpretar gran cantidad de información y conocimientos que los sistemas escolares consideran importantes. Sin embargo, en ningún momento se nos enseña a vivir y sobre todo a disfrutar nuestro camino vivencial; esta habilidad es algo que los seres humanos debemos desarrollar y aprender en solitario y que depende en gran medida de nuestro contexto, de nuestra autoestima y sobre todo de la actitud con la que afrontemos las circunstancias que nos corresponde vivir.
Una vez concluida nuestra vida escolar, nos enfocamos en progresar social y laboralmente, consumimos nuestro tiempo e invertimos nuestra energía en cumplir con imposiciones ajenas procurando alcanzar el éxito. Mientras estamos ocupados en esas actividades, nuestro tiempo de vida transcurre, olvidamos lo único realmente importante, nuestra verdadera misión es tratar de ser felices en el tiempo que perdure nuestra vida.
Conseguir que nuestro tiempo de vida cotidiana sea placentero, satisfactorio y que los inevitables contratiempos resulten menos frustrantes o amargos, requiere que gestionemos adecuadamente nuestra diaria existencia para convertirla en una trayectoria saludable; saboreando nuestras circunstancias rutinarias agradables y confrontando con decisión las desagradables.
De esta manera abrimos la posibilidad de convertir el finito tiempo del que disponemos, dándonos la oportunidad ya sea de disfrutar del bienestar que proporciona una vida placentera y feliz; o de crecer con melancolía y desdicha ante ineludibles hechos perturbadores que con toda seguridad se harán presentes en nuestra vida.
Gestionar adecuadamente nuestra vida cotidiana requiere que consideremos el espacio-tiempo en el que suceden los hechos de nuestra diaria existencia. Dado que nuestra cotidianeidad se va configurando con la suma de todos los escenarios que sucesivamente alternan nuestro día a día; el propósito de nuestra gestión debería ser, intentar permanecer el mayor tiempo posible en escenarios que nos resulten gratificantes, estimulantes y agradables, y mantenernos al margen o evitar escenarios que nos generen disgustos, frustraciones o malestar.
Estar presente es un principio básico y fundamental para disfrutar la vida. Se requiere colocar nuestros cinco sentidos en las sensaciones, los colores, las palabras y las emociones. Gestionar nuestra energía mental en lograr que cada instante de nuestra vida sea algo importante. De ninguna manera posponer nuestra felicidad esperando que esta ocurra en ciertos momentos clave. Con una gran dosis de buena voluntad podemos lograr construir la felicidad cada día de nuestra existencia; no es necesario que sucedan grandes acontecimientos para disfrutar; se requiere que tengamos disposición para deleitarnos de los pequeños y sencillos instantes de nuestro tiempo de vida para convertirlos en algo memorable.