

El término serendipia proviene del inglés serendipty, acuñado en el siglo XVIII por el escritor Horace Walpolé, que su vez lo retomo de un antiguo cuento persa.
Un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado qué sucede cuando se busca algo distinto, es decir, encontrar algo valioso por casualidad, sin haberlo planeado. El término serendipia proviene del inglés serendipty, acuñado en el siglo XVIII por el escritor Horace Walpolé, que su vez lo retomo de un antiguo cuento persa titulado Los tres príncipes de Serendip, cuyos protagonistas siempre hacían descubrimientos por accidente, aunque gracias a su sagacidad sabían reconocer la gran importancia de lo que descubrían.
Existen grandes hallazgos muy afortunados en la historia de la ciencia que han sido descubiertos por casualidad, es decir mediante la serendipia.
Estos ejemplos nos recuerdan que la ciencia no es solo precisión y método, sino también capacidad de asombro y una gran dosis de curiosidad. La serendipia —el hallazgo afortunado que ocurre mientras se busca otra cosa— ha acompañado a los investigadores desde siempre. Lo importante no es el accidente en sí, sino el ojo atento capaz de reconocer su valor.