

Frente a un planeta que se calienta más rápido de lo previsto, surge una pregunta que tiempo atrás parecía de ciencia ficción ¿y si fuera posible intervenir directamente en el sistema climático para enfriar la Tierra?
El clima como fuerza indomable ha sido objeto de estudio y tema de investigación durante siglos para distintas comunidades científicas. El calentamiento global, sin embargo, ha traído consigo un cambio en las reglas para enfrentar este fenómeno. Resulta ser que ahora, frente a un planeta que se calienta más rápido de lo previsto, surge una pregunta que tiempo atrás parecía de ciencia ficción ¿y si fuera posible intervenir directamente en el sistema climático para enfriar la Tierra? Esa idea, conocida como geoingeniería, está dejando de ser una especulación para convertirse en una posibilidad de aplicación tecnológica, así como en un debate urgente.
La geoingeniería no es una idea aislada; más bien pertenece a un conjunto de diversas tecnologías cuyas dos grandes categorías son: (1) El manejo de la radiación solar con lo que se intenta reflejar una pequeña cantidad de la luz solar hacia el espacio; y (2) Eliminación del dióxido de carbono de la atmósfera, que busca reducir directamente la concentración de CO2, ya sea capturándolo de la atmósfera a manera de obtenerlo en formaciones geológicas o acelerando procesos naturales de absorción.
Una propuesta científica muy discutida es la inyección directa de aerosoles en la estratósfera, partículas diminutas que se liberan a gran altura y que en teoría serían capaces de reflejar la luz solar. Esto se sabe que funciona porque en 1991 durante la erupción del volcán Pinatubo en las islas Filipinas, se disminuyó la temperatura local cerca de medio grado. Este importante dato implica reproducir ese efecto de manera sostenida, controlada y sin daños colaterales. Y es precisamente en ese punto donde surgen las preguntas ¿Alteraría los monzones (vientos periódicos que soplan en ciertos mares) de los que dependen millones de personas?, ¿Podría perjudicar a unos países y beneficiar a otros?, ¿Qué ocurriría con los patrones de lluvia?, ¿Quién tendría autoridad para modificar el termostato del planeta?
La modificación de nubes es otra técnica propuesta por la geoingeniería. Con este proceso se busca “blanquear las nubes” para elevar su capacidad de reflejo; con esta misma técnica se pretende inducir lluvias en zonas de sequía; países como China, Estados Unidos y Emiratos Árabes ya realizan experimentos de cloud seeding (siembra de nubes), aunque sus resultados son irregulares y los impactos a largo plazo continúan con gran incertidumbre.
Otra alternativa científica es la captura directa de aire; en la cual se utilizan máquinas gigantescas para absorber el dióxido de carbono para luego enterrarlo de forma segura, Aunque resulta tecnológicamente prometedora es extremadamente cara además de que consume grandes cantidades de energía, a pesar de esto hoy en día hay grandes empresas y gobiernos que la consideran esencial para cumplir metas climáticas a mitad de este siglo.
Ante todas estas propuestas producto de las investigaciones y estudios científicos, surge la pregunta clave ¿se debe intentar manipular el cambio de clima? Una intervención mal regulada podría desencadenar efectos climáticos impredecibles y conflictos geopolíticos inéditos. La manipulación del clima ya no es una fantasía futurista, más bien exige actuar con cautela, transparencia bajo un escrito conceso global. El clima pertenece a todos y cualquier intento por modificarlo también podría tener consecuencias para todos.