
Huberto Meléndez Martínez.
Colaboraban voluntariamente en el turno vespertino dando clases en una Secundaria por Cooperación, así que se ocupaban de los ensayos en horas libres, sábados y domingos.
Con especial reconocimiento a los colegas Mario, H. Manuel, Jovita, Juan José (+), Hugo y Claudio.
Era una mañana fresca, pero con un sol radiante cuando niñas y niños iban llegando a la escuela para iniciar con el desfile conmemorativo a la Revolución Mexicana.
El banderín con el nombre de la escuela iba al frente, luego la escolta constituida por los muchachos grandes, los de sexto grado; después un grupo de los más pequeños disfrazados, maquillados graciosa y magistralmente por sus madres, con las recomendaciones de los profesores, representando a los héroes de la revolución.
Ese conjunto de personajes arrancó expresiones de admiración, sonrisas de aprobación y espontáneos aplausos cuando pasaban engalanado al contingente posterior.
El resto del alumnado iba en geométricas filas marchando con gallardía militar a las voces eventuales del profesorado. ¡Uno, dos, uno, dos, uno, dos, …!
Los pies de los escolares levantaban polvo transitando por las calles y callejones recorriendo viviendas y solares de la comunidad. En algunos hogares, como el de Don Chuy Contreras, pusieron las bocinas de su equipo modular con la música a todo volumen de la marcha “Zacatecas”. Apoyando con fervor patrio el paso del desfile.
Aún se recuerda la impecable indumentaria escogida para la fecha. Las familias habían hecho el esfuerzo económico de adquirir, confeccionar o mandar hacer el uniforme parecido a los de los militares en color y estilo, pues en reunión de personal docente se había acordado, desde semanas antes, que se representarían como una revista militar.
Una de las acciones arduas fue la elaboración de cascos y fusiles. El Director puso la muestra pidiendo a sus alumnos que recopilaron papel periódico en sus casas o por las tiendas de abarrotes del poblado. Solicitó a las madres de algunos niños que ayudaran a elaborar engrudo con harina de trigo (muy utilizado en la confección de piñatas para cumpleaños o festejos navideños); consiguió un casco minero y fue cubriendo por encima con capas de pedazos de papel saturadas de engrudo y puesto a secar al sol. Cuando estuvo listo, pintó e hizo los acabados necesarios para tener el prototipo con el cual se orientarían los demás grupos.
Fueron muchas tardes dedicadas a esa actividad. Los rifles de madera fueron aportados en su mayoría, por los padres de familia.
Algunos maestros se preguntaban ¿A qué destino quería llevarlos el Director? Las actividades eran múltiples y debían atenderse a contraturno, pues la atención de las actividades del Plan de Estudios no admitía distracción.
Colaboraban voluntariamente en el turno vespertino dando clases en una Secundaria por Cooperación, así que se ocupaban de los ensayos en horas libres, sábados y domingos. Sus alumnos de este nivel también se involucraron, con gran entusiasmo, en la elaboración de estos cascos.
Más allá de haber hecho una excelente presentación civico-escolar, al paso de los años pudo comprobarse que aquel intenso ritmo de trabajo acuñó a un equipo profesional de docentes que tuvieron distinción en las posteriores responsabilidades que adquirieron en otros centros de trabajo.