El resplandor de Mauricio Magdaleno Cardona

Último de los novelistas de la Revolución, dirigente y cronista del vasconcelismo, dramaturgo casi inédito, guionista del Indio Fernández, legislador, funcionario público y académico de la lengua, de Mauricio Magdaleno puede decirse con certeza que es un auténtico hombre —testigo, protagonista y narrador— del siglo veinte mexicano. Rafael Rodríguez Castañeda. Don Mauricio Magdaleno Cardona pudo … Leer más

Último de los novelistas de la Revolución, dirigente y cronista del vasconcelismo, dramaturgo casi inédito, guionista del Indio Fernández, legislador, funcionario público y académico de la lengua, de Mauricio Magdaleno puede decirse con certeza que es un auténtico hombre —testigo, protagonista y narrador— del siglo veinte mexicano. Rafael Rodríguez Castañeda.

Don Mauricio Magdaleno Cardona pudo disfrutar en vida de diversos reconocimientos que le tributaron instituciones públicas en el epílogo de su fecunda existencia. Ahora, que se cumplen 112 años de su natalicio, lo recordamos con admiración y gratitud.

Nuestro personaje nació el 13 mayo de 1906, en un lugar conocido en el siglo 16 primero con el nombre de Mecatabasco y posteriormente con el de villa de Santa María de Amecatabasco, Villa del Refugio y Villa de García de la Cadena como se le denominó a esta población en el siglo 19 y hasta principios del siglo 20 en que se le otorgó su nombre definitivo: Tabasco.

En 2006, a 100 años de su natalicio se le tributó un singular homenaje póstumo con la participación del Gobierno del Estado de Zacatecas, la H. Legislatura del Estado, la Secretaría de Educación y Cultura, el Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, la Coordinación Estatal de Bibliotecas, el Centro Bibliotecario Estatal Mauricio Magdaleno, el Ayuntamiento de Tabasco y la sociedad civil a través de la Asociación de Cronistas del Estado de Zacatecas Roberto Ramos Dávila que unieron voluntades y esfuerzos para rendir un homenaje sin precedentes en la historia de Zacatecas a tan ilustre personaje.

Nunca antes, en su terruño había causado tanto interés como en esa ocasión, la figura y la obra de Mauricio Magdaleno. Ya era tiempo y ya era justo que se rescatara de la amnesia e indiferencia históricas la vida y legado de este prominente escritor zacatecano.

Tabasco es la puerta geográfica del gran Cañón de Juchipila. También fue la puerta por donde ingresó a este mundo un niño al que sus padres bautizaron con el nombre de Mauricio.

La plaza de este poblado fue el escenario de sus primeros pasos, de sus primeras miradas atónitas, donde conoció el amor que le profesaba su familia. Pero aquí también y al lado de los suyos, experimentó los primeros sufrimientos de su vida.

Tenía 4 años de edad cuando estalló la revolución, razón por la que su familia, en aras de proteger su integridad y seguridad, se trasladaron a la ciudad de Aguascalientes, refugio y hogar de un gran número de zacatecanos que por diversas razones hubieron de emigrar a este lugar.

Allí, el pequeño Mauricio continuaría su formación escolar. Su infancia estuvo rodeada por la atmósfera violenta del movimiento revolucionario, hechos que con toda seguridad quedaron impresos en sus recuerdos, muchos de los cuales estarían plasmados más tarde en algunas de sus obras.

Pero no fue el único ambiente que lo envolvió. También lo encontramos nutriéndose de la cultura a través de la temprana cercanía con los clásicos, la ópera y el cine mudo.

Las circunstancias tan difíciles de la época fueron adversas para su familia, quienes decidieron trasladarse a probar mejor suerte en la capital del país en el año de 1920. Mauricio era ya un adolescente de 14 años con la preparatoria truncada.

Su padre Vicente tenía cierta relación con José Vasconcelos, entonces rector de la Universidad, a quien logró convencer de que aceptara en la preparatoria al joven Mauricio.

La situación económica para la familia Magdaleno no era favorable. Afortunadamente nunca falta un ángel de la guarda, Mauricio tuvo un protector que siempre lo apoyó: Narciso Bassols, quien le abrió las puertas para que colaborara en el periódico El Demócrata donde incursionó en el periodismo y ejercitó el arte de la escritura.

No obstante, el joven no dejó de atender su formación académica. Terminada su preparatoria ingresó al Centro de Estudios Superiores, donde conoce a destacados intelectuales mexicanos.
Distintos acontecimientos políticos sacudieron el país en esta época.

Encontramos a los hermanos Mauricio y Vicente Magdaleno participando activamente en la actividad política, apoyando a uno de los candidatos a la presidencia de la República, al destacado pensador, escritor y reformador de la educación en México, José Vasconcelos, que buscaba combatir la corrupción y la demagogia, entre otros males que aquejaban a la gran mayoría de los mexicanos, a pesar de tantas luchas fratricidas y sangrientas que se gestaron desde 1910 para cambiar la triste realidad de esa mayoría.

Fue una campaña difícil y azarosa que vivieron muy de cerca los hermanos Magdaleno. Experiencias amargas que Mauricio consignó en su obra Las palabras perdidas.

El triunfo electoral se lo dieron al candidato oficial, Pascual Ortiz Rubio, por lo que éste sufrió un atentado que provocó una persecución contra los vasconcelistas. Muchos de estos murieron y el resto se dispersó.

Mauricio Magdaleno se alejó de la política y se refugió en la literatura, a quien su benefactor Narciso Bassols, le consiguió una beca para estudiar en España en 1933. 

*Cronista de Zacatecas

Imagen Zacatecas – Manuel González Ramírez




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