¿Zacatecas, narcoestado?

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

¿Zacatecas es un narcoestado? Según el reportaje de J. Jesús Esquivel publicado en el más reciente número de la revista Proceso, con información que acredita a los órganos de inteligencia mexicana, un párrafo lo resume todo: “A despecho de lo declarado por algunas autoridades en Zacatecas las fuerzas de seguridad son inútiles, de acuerdo con … Leer más

¿Zacatecas es un narcoestado? Según el reportaje de J. Jesús Esquivel publicado en el más reciente número de la revista Proceso, con información que acredita a los órganos de inteligencia mexicana, un párrafo lo resume todo: “A despecho de lo declarado por algunas autoridades en Zacatecas las fuerzas de seguridad son inútiles, de acuerdo con un informe de inteligencia encargado por el gobierno federal. El documento que Proceso pudo consultar, detalla cómo los cárteles de Jalisco y Sinaloa se disputan palmo a palmo el territorio zacatecano, comprando a las autoridades, ejecutando a sus rivales y hundiendo en el terror a la población. Y peor: se prevé un inminente incremento de la violencia”.

El texto en cuestión, complementado con un trabajo periodístico de Alonso Chávez Landeros, es fotografía del presente Zacatecano, mismo que no se comprende a cabalidad si no se registran los antecedentes que explican la situación contemporánea y que deben ventilarse no para trasladar culpas sino para identificar causas. Tan contraproducente es tomar como justificación los yerros del pasado, como cerrar los ojos a la historia que eterniza la tragedia colectiva, para que el dolor y la sangre derramada no sean en vano, tenemos la obligación de extraer las lecciones que nos permitan revertir la situación.

Ninguno de los delitos que se cometen en el territorio es nuevo en Zacatecas, tenemos muchos años conociendo de narcomenudeo, extorsiones, casas incendiadas, secuestros, cuerpos desmembrados, enfrentamientos entre criminales, ejecuciones de policías y funcionarios, expulsión de familias de su hábitat, paralización de actividades productivas, hurto de mercancías trasladadas en vías férreas y carreteras, etcétera.

Si concentramos la culpa en un sexenio, en un partido o en un gobernante, estamos equivocando el diagnóstico y por lo tanto, será fallido el tratamiento, tal como ha venido sucediendo desde que empezó la espiral de violencia exacerbada

Reconocida la debilidad de las instituciones en Zacatecas no debemos reincidir en el error de concentrar culpas en nuestros villanos favoritos sexenales, la precariedad institucional tiene también su historia, no aparece de la noche a la mañana, igualmente será un proceso de pasos sucesivos y controversiales el fortalecimiento institucional para enfrentar la inseguridad y la demás problemática.

                         ¿Cómo empezar?

Un requisito irrenunciable de recuperación del vigor de las instituciones es el pleno ejercicio de las libertades de expresión y de prensa, la primera concebida para todos y la segunda inherente al ejercicio periodístico, el poder público puede desmentir, refutar, argumentar y contra-argumentar, lo que no debe hacer es usar el dinero público para premiar y castigar, Zacatecas tiene muchos valiosos exponentes de periodismo profesional, que investigan y opinan con autonomía de criterio, son parte de la solución, no del problema.

Si Zacatecas no es un narco estado está en camino de serlo, es menester evitar el estilo autista de gobernar, la población necesita tener autoridades que le inspiren confianza, que las sepa no sometidas a las bandas criminales y fluirán denuncias e información.

La depuración y el establecimiento de controles confiables  no debe posponerse más tiempo, tenemos muchos años de inacción al respecto y el costo a pagar ha sido muy alto, los responsables de nuestra seguridad están indefensos ante la ley de “plata o plomo”, el gobierno no los hace fuertes contratando agentes en número suficiente, cuidándolos de infiltrados, brindando capacitación y adiestramiento especializado, equipos de protección, salarios justos y protección a deudos, son los policías los mejores testigos de la debilidad de las instituciones, son sus víctimas.

No nos ha funcionado que cada presidente municipal se las arregle como pueda, que reciba auxilios en cada emergencia y luego todo siga igual. Al gobernador corresponde encabezarlos para poner en práctica un sinfín de medidas prácticas a partir de lo que tenemos, que no exista familia sin un número telefónico al cual llamar en situaciones de emergencia, que estén acordados protocolos de reacción y de búsqueda inmediata.

               Sigue el autismo

La corrupción hace a las instituciones lo que el azúcar en los diabéticos le hace a sus órganos, por una razón o por otra, los mecanismos institucionales que nos hemos dado para evitarla no han cumplido su cometido, solemos admitir la existencia de zonas podridas en el ejercicio del gasto en casi todas las áreas pero no hemos volteado al gasto en seguridad, como si la adquisición de armas, videocámaras, uniformes, patrullas, el suministro de combustibles y refacciones no estuvieran expuestos a los abusos.

Es tan grave lo expuesto en el reportaje aludido no hay acuse de recibo, exactamente como en sexenios anteriores, la percepción de indefensión que nos adjudica INEGI no solo se explica por el problema, también por la falta de respuesta, ninguna autoridad desmiente, confirma, matiza.

No dan señales de que entienden dónde están parados.

 




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