La corrupción es el agua y las células criminales los peces

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Franjas importantes del territorio zacatecano padecen la extorsión en forma extendida más o menos desde hace 17 años.

Las denuncias anónimas no caben en el mismo costal, hay algunas motivadas por las peores pasiones humanas y otras que por servir a la justicia son mecanismos de legítima defensa colectiva y que encuentran plena justificación en la impotencia del poder público para proteger a los que perderían hasta la vida en caso de ser descubiertos aportando información  que afecta delincuentes. Creo que la denuncia anónima debe fortalecerse para deshacer las redes de extorsión que agobian a los habitantes de varios municipios zacatecanos y de los ya de por si agobiados ganaderos.

Las redes de extorsión han persistido bajo el manto protector de la corrupción inercial presente en cada gobierno.

En Zacatecas la alternancia no atajó la corrupción, más bien la multiplicó.

Franjas importantes del territorio zacatecano padecen la extorsión en forma extendida más o menos desde hace 17 años, cuando el “efecto cucaracha” provocó la llegada de células criminales que resolvieron sus necesidades financieras inmediatas con secuestros a cambio de grandes sumas de dinero al mismo tiempo que imponían “cobro de piso” a las autoridades municipales que tenían a su alcance, para luego tender sus tentáculos a las ferias y fiestas patronales y el comercio establecido, pasando por la cuota forzosa de la cuota obligatoria en la venta de animales. Desde entonces persiste esta forma delictiva que por su falta de visibilidad no recibe la misma atención de autoridades que si encuentran homicidios intencionales y desapariciones.

Después de años de silencio, hoy vemos tomar la calle a familiares de desaparecidos y de personas asesinadas. La exigencia de justicia suscita una gran empatía y la prensa que durante mucho tiempo guardó silencio ahora brinda espacio a sus justos reclamos y surge inevitable el riesgo del aprovechamiento oportunista de políticos que se trepan, en contraste, todavía no nos toca ver las manifestaciones específicas de los extorsionados, los que tienen que vender en su establecimiento una determinada cantidad de determinada marca de cerveza a la semana, los que tienen que pagar 500 pesos por cada animal vendido, los que tienen que contratar para una fiesta privada al grupo musical “autorizado”, los que hacen pagos que debieran entrar a las arcas municipales pero que engrosan los bolsillos del grupo delictivo.

Dominio sicológico

El extorsionado vive estresado, es frecuente que no lo revele ni a su familia “para no preocuparlos”, recuerdo la vez que un amigo muy apreciado me esperó a la salida de un evento cultural para contarme que iba a cerrar su negocio en pleno centro histórico por el cobro de piso, me dio detalles de su padecer, pero para mi sorpresa, cuando le pregunté en que le podría ser útil me dijo que solo quería desahogarse, que de ninguna manera haría algo que enfureciera a sus verdugos.

Tan en la oscuridad operan las redes de extorsión que no ha faltado que un “vivillo” se haga pasar por mensajero de “los malos” y hacerse de un buen dinero a la semana, conocí el caso de una mamá que denunció a su hijo de 13 años porque lo descubrió visitando farmacias y tiendas de abarrotes por su cuenta y ante el temor de que los “malos de verdad” se enteraran su propia madre lo entregó a la autoridad y ni así las víctimas accedieron a presentar denuncia.

Dicha oscuridad nos hace dar por buena la idea de que los presidentes municipales no tienen opción cuando asignan contratos de obras quienes les dicen los malandros, esa idea se impuso desde los primeros años cuando presidentes municipales daban cuenta de que tenían que pagar determinada cantidad mensual a “los malos” y la respuesta “comprensiva” era darles la garantía de que no habría sanción administrativa por los recursos públicos desviados, propiciando que los presidentes municipales “con mucho sentido práctico” le sacaron provecho a la situación simplemente inflando las cantidades destinadas a extorsionadores.

Municipios capturados

En los más de tres lustros de células criminales extorsivas en el territorio zacatecano se ha podido conocer que han contado con vehículos policiales para operar secuestros, con celdas para “guardar” objetivos, con “aviadurías” etc, y desde luego, con elementos operativos y servicios de “halconeo”.

No hay manera de saber si el disimulo de las autoridades municipales es producto del miedo que exitosamente inoculan los delincuentes o de plano se vuelven cómplices a cambio de beneficios económicos.

La recopilación de información mediante la denuncia anónima permite no depender de lo que informen autoridades sobornadas o intimidadas.

Esta modalidad delictiva, me atrevo a decir, es la fuente principal de percepción de inseguridad en el estado.

La corrupción favoreció la aparición de redes extorsionadoras y hoy por hoy sigue siendo su principal factor de sobrevivencia.

Nos encontramos el jueves en Recreo

@[email protected]




Más noticias


Contenido Patrocinado