
José Luis Medina Lizalde.
Como resultado de muchos años de luchas, en México por fin han dejado de ser letra muerta las libertades plasmadas en la constitución que regula la vida del país.
Cuando la senadora panista Lily Téllez llama a los mexicanos a inspirarse en Charlie Kirk, asesinado racista odiador de todos menos de los blancos ricos, es de cajón comparar la realidad de México con la que tanto defienden los núcleos conservadores representados en Salinas Pliego desde la “sociedad civil”, en Lily Téllez desde el PAN y en Alito Moreno desde el PRI.
Enumeremos las diferencias:
México no le ha robado a otro país un centímetro de territorio mientras que los Estados Unidos debutaron como imperio maniobrando para quedarse con Texas y ya entrados en gastos declararnos la guerra para quedarse a la brava con más de la mitad de nuestro territorio.
Mientras que en Estados Unidos accede a la presidencia Barak Obama, afroamericano, hasta el 20 de enero de 2009, después de 43 antecesores, en México, desde el principio de la república, tuvimos como segundo presidente al afrodescendiente Vicente Guerrero desde el 10 de octubre de 1824.
México tiene primero que los gringos a una mujer en la máxima investidura que además es de origen judío sin que eso genere las tensiones que suelen generarse en otras latitudes.
En Estados Unidos Nunca han tenido Presidente de la Corte Suprema a alguien que no sea blanco y varón, siendo Sandra Day la primera en acceder al cargo en 1981, mientras que en México son 14 y en estos momentos son mayoría en el Pleno, correspondiendo el honor de ser la primera en acceder a Cristina Salmorán desde 1961.
Nuestro máximo tribunal tuvo presidente indígena desde 1857 con el zapoteco Benito Juárez y en 2025 con el mixteco Hugo Aguilar.
Mientras que en México y después de muchas ´proclamas se formaliza la abolición de la esclavitud, el combate a la segregación de indígenas y afrodescendientes tiene obstáculos en las condiciones socio-económicas y en la persistencia minorías racistas empoderados regionalmente (Al estilo de los “auténticos coletos” de San Cristóbal de las Casas, de triste memoria), en Estados Unidos la exclusión de afroamericanos e indígenas fue legal hasta 1954 y hoy son frecuentes las tragedias originadas en el racismo blanco.
Como resultado de muchos años de luchas, en México por fin han dejado de ser letra muerta las libertades plasmadas en la constitución que regula la vida del país, el derecho a manifestarse se ejerce sin cortapisa a lo largo y ancho de nuestras ciudades, el ejercicio de la libertad de expresión no tiene a una sola persona privada de su libertad o expulsada de alguna escuela o cesada en el empleo por política gubernamental aún en casos dónde es evidente el exceso.
En contraste, en Estados Unidos hay golpizas a manifestantes solidarios con el pueblo palestino, expulsión de estudiantes, artistas de cine y televisión a los que se les ha rescindido sus contratos por estar en contra del genocidio en Gaza y el New York Times enfrenta demanda por 15 mil millones de dólares por “afectar” la reputación de su presidente.
Los huracanes y demás contingencias naturales en ambos países han mostrado que las fuerzas armadas de México son altamente capacitadas para auxiliar a la población en emergencias, en contraste con las de los Estados Unidos (incendio en los Ángeles) cuyas destrezas no incluyen la protección civil.
El gobierno de Trump ha dictado órdenes ejecutivas destinadas a eliminar expresiones culturales de minorías en museos, centros de investigación, conservatorios y demás instituciones culturales.
La guerra “anti Woke” de fuerte tufo nazi contrasta con la política mexicana de inclusión de las manifestaciones culturales de los pueblos originarios cuando López Obrador, Claudia Sheinbaum y Hugo Aguilar han rendido protesta de sus elevados encargos.
Mientras que los miembros del gabinete de Claudia Sheinbaum, tal como en tiempos de López Obrador, debe responder preguntas acerca de temas de sus respectivas responsabilidades en transmisiones multimedios en vivo, el gobierno de los Estados Unidos se da el lujo de mentir a sus ciudadanos cada vez que lo necesita, asegurándose que cuando se sepa la verdad ya lograron su propósito.
Los jefes visibles del narco en México sobreviven arrinconados en las sierras, lejos de la vida urbana, en cambio en Estados Unidos los jefes de los cárteles gringos viven disfrutando las comodidades de la vida citadina ¿Por qué será?
Nuestras ciudades están muy lejos de albergar el número de personas en situación de calle que se ve en ciudades gringas… y nuestros porcentajes de adicciones es muy inferior al de ellos.
Los mexicanos emigran a Estados Unidos por necesidad, los gringos que aquí residen les gusta más la vida acá ¿Por qué será?
La colonización mental impide apreciar que más que vecinos distantes somos vecinos distintos.
Y de pueblo a pueblo, vecinos dispuestos a la amistad.
Nos encontramos el lunes en Recreo