Un caso de tantos

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

El joven Ricardo Acosta García no vio venir la trampa la tarde del 19 de enero del año en curso. Acostumbrado a ejercer su nombramiento de director de Seguridad Pública de Monte Escobedo Zacatecas, repartía oficios y notificaciones a bordo de la única patrulla del municipio. No imaginó que el reporte de un cuerpo en … Leer más

El joven Ricardo Acosta García no vio venir la trampa la tarde del 19 de enero del año en curso.

Acostumbrado a ejercer su nombramiento de director de Seguridad Pública de Monte Escobedo Zacatecas, repartía oficios y notificaciones a bordo de la única patrulla del municipio. No imaginó que el reporte de un cuerpo en la comunidad La Soledad era el ardid operado por el Cártel de Sinaloa para castigar su resistencia por negarse “a jalar”, según la confidencia que en días previos a su desgracia hizo a alguien de su cercanía y según un video divulgado en redes del Cartel Jalisco Nueva Generación, en dónde enumera una lista de acciones del cártel con el que se disputa nuestro territorio entre las que incluye el secuestro del joven policía, jefe solamente  de él mismo.

Asombra saber que el presidente municipal de Monte Escobedo,  a quién la versión pública le atribuye la indicación de acudir a la localización del supuesto cadáver, no previó el riesgo de esa misión en solitario en una zona que tiene años convulsionada por la violencia de los cárteles, dónde además de matanzas, ejecuciones y secuestros, estuvo a punto de ser escenario trágico para el ahora Arzobispo de San Luís Potosí y antes obispo de Zacatecas Carlos Cabrero, cuando fue interceptado en camino a la cabecera municipal y solo salvó su vida por portar el alza cuellos que le dio veracidad ante sus interceptores armados a la hora de identificarse, según la narración que se me hizo del suceso.

Asombra saber que la prolongada ausencia del ahora desaparecido no motivara al presidente a ordenar la búsqueda inmediata del joven jefe policiaco y que fuera hasta que al día siguiente, la familia del susodicho iniciara su peregrinar cuando la alarmada madre se percató de que no había dormido en casa y nadie sabía de su paradero, como también desconcierta el hecho de que el edil eluda recibir a  familiares de su colaborador, al grado de que fue notado husmeando detrás de una cortina de casa viendo quién tocaba insistentemente la puerta que nunca se abrió.

El episodio constituye una evidencia irrefutable que la población zacatecana sigue tan indefensa como al principio, Monte Escobedo es uno de los muchos municipios que carecen de elementos humanos debidamente adiestrados, equipados y organizados.

De lo malo a lo peor

El origen del fracaso transexenal en materia de seguridad, lo he señalado muchas veces, es la política del avestruz de los poderes Ejecutivo y Legislativo en el estado de Zacatecas, uno por no hacer y el otro por permitirlo.

En estos dolorosos años y con el progreso de las comunicaciones es inexplicable como el gobierno no es capaz de poner en operación protocolos de  búsqueda inmediata en casos como el que nos ocupa, que pusiera en movimiento a las fuerzas de seguridad del entorno, federales, estatales y municipales, civiles y militares, con presencia en el entorno geográfico, además de incapacidad organizativa, la omisión del presidente municipal es una constante, pues es evidente que no debieron pasar ni 3 horas cuando debieron sonar las alarmas, dados los escasos 40 minutos de  distancia entre “La soledad” y la cabecera  municipal. Los presidentes municipales y los cabildos no entienden que están en la primera línea de combate a la inseguridad. No son del todo responsables, solo hacen lo que observan en el gobernador y el poder legislativo.

Hay estados a los que se les juntan las crisis (Guerrero); a Zacatecas le está sucediendo lo mismo merced a la ínfima calidad de la clase gobernante local que no se profesionaliza en el tratamiento de los grandes asuntos públicos, estimulada por la reiterada constatación de que es más garantía de éxito individual ser lambiscón que capaz; ser oportunista que de convicciones, pero el fracaso colectivo está empedrado de éxitos individuales como lo ilustra perfectamente la historia ¿Cómo recuperar camino si el menú electoral no incluye razonamiento informado sobre los retos públicos? ¿Cómo optar sin evaluar desempeños, trayectorias e ideario? ¿cómo escaparnos de la banalidad mediática saturada de estiércol para quienes no participan del falso júbilo en torno a ungidos?

Primeros en alzar la mano

La economía de Zacatecas resiente desde hace años la fuga de generadores de empleo que después de sobrevivir a un secuestro dejan su tierra.

La perspectiva es ominosa cuando somos testigos de la impunidad con la que “manzanas podridas” de los tres niveles de gobierno desvían recursos y coaccionan ciudadanía sin que hagan algo los órganos electorales y autoridades de justicia.

¿Podrán y querrán evitar que los cárteles financien campañas de candidatos útiles a sus intereses?

No es nada tranquilizante ver como los corresponsables del fracaso colectivo en Zacatecas se hacen presentes, cínicamente presentes.




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