

José Luis Medina Lizalde.
La historia comenzó con el reclamo del Obispo a las autoridades para que atiendan los que el considera “damnificados de la Cuarta Transformación”, marcando distancia con la Presidenta de la República..
Resultó que el Obispo de los Diócesis de Zacatecas mostró más congruencia con el laicismo y la democracia que no pocos de los que aprovecharon para “defenderlo” de los “ataques” de Rubén Flores.
La historia comenzó con el reclamo del Obispo a las autoridades para que atiendan los que el considera “damnificados de la Cuarta Transformación”, marcando distancia con la Presidenta de la República.
En democracia, y conforme a la legalidad que nos hemos dado, el Obispo está en su derecho, lo mismo que Rubén Flores está en su derecho de manifestar con su posicionamiento, como todos los que no coincidamos con su visión, aunque en el caso del presidente del Consejo de Morena Zacatecas, no solo es su derecho sino su obligación política de dar la cara ante las críticas
En lo que se equivoca el líder morenista, (ojalá se desista) es en la queja interpuesta ante el Instituto Electoral del Estado de Zacatecas oponiéndose a que el ciudadano Sigifredo Noriega ejerza su libertad de expresión respecto a los asuntos públicos.
El Obispo reacciona asegurando que el seguirá ejerciendo su libertad de expresión señalando de paso que cada quien es libre de coincidir o discrepar de su punto de vista, posición inobjetable.
Quienes mostraron no estar acordes con los tiempos que corren son los que vieron la oportunidad de lucirse no asumiendo coincidencia o discrepancia con alguna de los dos criterios enfrentados sino calificando de “falta de respeto” de “ataque” una postura diferente o contraria a la expresada por el obispo.
¿Qué acaso nosotros no tenemos coincidencias con unos y discrepancias con otros de los sacerdotes y altos dignatarios de la iglesia católica?
En cuanto pensamiento social, las posturas de Juan Pablo Segundo y el Papa Francisco son tan distantes como las de Martí Batres con las de Claudio X.
Lo mismo las de Onésimo Cepeda y Sandoval Iñiguez con las de Méndez Arceo y Samuel Ruiz.
Los mexicanos hemos aprendido a no confundir la gimnasia con la magnesia cuando asumimos que el Padre Maciel no es la Iglesia y mucho menos la religión, la gente sabe que hay de todo en la viña del señor y no de ahora.
Entre los portadores de la cruz que acompañó la espada de la Corona española hubo humanistas admirables como Fray Bartolomé de las Casas y abominables inquisidores.
El pueblo que apoyó a Hidalgo y demás líderes del movimiento de independencia nunca dejaron de sentirse creyentes católicos a pesar de los decretos de excomunión de obispos contrarios a nuestra independencia.
La causa de la República liberal nunca fue desoída por los católicos que combatieron hasta derrotar a las huestes de Maximiliano a pesar de que la jerarquía católica apoyo la invasión francesa y la pretensión de imponer un régimen monárquico por segunda vez.
Los que integran el clero comparten principios básicos, pero difieren mucho respecto a los asuntos públicos en cada época.
Mantengo una relación cordial y respetuosa con el Obispo que me permite apreciar su genuino interés por guiarse por la verdad, el externa lo que piensa y respeta cuando escucha opiniones que no coinciden con la suya, pero además ¿Qué puede hacer ante periodistas que lo entrevistan como si fuera político de carrera?
Que yo sepa nadie la preguntado sobre la falta de acompañamiento del alto clero a las posiciones de los Papas Francisco Y León XIV respecto a una serie de temas, especialmente ante el genocidio en Gaza.
Tampoco se le interroga respecto a si la iglesia católica puede hacer algo útil para orientar a los católicos involucrados en el crimen organizado cuya religiosidad es ampliamente conocida.
O un balance sobre el esfuerzo contra las adicciones en dónde mucho contribuye la labor pastoral, ni si en su diócesis se conocen casos y hay mecanismos supervisores contra la pederastia clerical que tanto ha lastimado la imagen de la iglesia.
En varias ocasiones sus entrevistadores le preguntan lo mismo que responde, también los domingos, por cierto, Pepe Narro en su tradicional rueda de prensa.
¿Qué puede hacer el señor Obispo sino es pedir que Dios nos ilumine?
Hay políticos profesionales que usan la religión para ganar simpatía. pero la gente los sabe alejados de los Diez Mandamientos y no les funciona aunque no dejan de intentarlo.
El fundador de los Legionarios de Cristo contribuyó involuntariamente a la maduración de la conciencia pública de los mexicanos para dejar a salvo su religiosidad de cualquier intento de manipulación política, los feligreses no modifican sus convicciones políticas con los sermones dominicales que escucha con prudente silencio, coincida o no con el contenido
Los sacerdotes no pierden su ciudadanía por serlo.
Su opinión es su opinión.
Nos encontramos el jueves en Recreo