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antonio sanchez gonzalez

Nuestra bandera

Nuestra bandera

Antonio Sánchez González.

Los manifestantes ondearon con orgullo la bandera mexicana en señal de solidaridad con los migrantes que estaban a punto de ser expulsados del país.

Antonio Sánchez
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13 de junio 2025

Se ha convertido en el símbolo de la revuelta californiana que está incendiando Los Ángeles. Durante casi una semana, la bandera mexicana ha estado omnipresente. Es visible en todas las imágenes del movimiento de protesta denunciando la detención de cientos de inmigrantes ilegales por parte de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos. La movilización, que al principio fue pacífica, ahora está marcada por enfrentamientos con la policía, que han provocado decenas de detenciones y se ha extendido a otras ciudades en todo el territorio estadounidense. Los manifestantes ondearon con orgullo la bandera mexicana en señal de solidaridad con los migrantes que estaban a punto de ser expulsados del país.

En respuesta, nuestra bandera verde, blanca y roja se ha introducido en los discursos de figuras políticas norteamericanas, tanto demócratas como republicanas, electrificando las tensiones entre los dos bandos. Los republicanos perciben la supuesta presencia de este trozo de tela como un símbolo de desafío a la política migratoria del presidente Trump. Este último, tanto como sus seguidores, la señalan con el dedo llamándola “bandera extranjera”.

Estas altas tensiones han obligado a los medios estadounidenses a retomar el tema: por ejemplo, la CNN tituló hace unos días, “La bandera mexicana se ha convertido en un símbolo decisivo de las manifestaciones”, recordando que durante mucho tiempo ha acompañado a las movilizaciones relacionadas con la inmigración, debido a la presencia de la gran diáspora mexicana de los últimos 100 años. Diáspora que tiene en nuestro estado uno de sus orígenes.

De hecho, nuestra bandera no solo es ondeada por personas de origen mexicano en las calles de las grandes ciudades americanas en estos días. El movimiento, que comenzó con sindicalistas, luego se nutrió de estudiantes y luego activistas latinos -no solamente mexicanos-, ondean nuestra bandera en señal de solidaridad con los migrantes, al igual que la bandera palestina durante las manifestaciones contra la población de la Franja de Gaza que hemos visto en el país de nuestra frontera norte.

Pero detrás del argumento de la solidaridad, está la “cuestión de la identidad”. Esta tierra californiana fue mexicana hasta 1848. Hay, por lo tanto, un marcador de memoria poscolonial para los manifestantes. Como signo de resistencia y homenaje a su patrimonio cultural. Hoy en día, Los Ángeles es considerada la capital de la emigración mexicana en Estados Unidos (no por nada las redadas para detener indocumentados comenzaron en sus calles). Más de 3.4 millones de personas de ascendencia mexicana o nacidas en México viven en el condado de Los Ángeles, más que en cualquier otra ciudad fuera de territorio mexicano, según los últimos censos.

Sin embargo, los funcionarios electos republicanos no lo ven de esta manera. El reclamo de esta bandera les parece una afrenta y una muestra de desafío hacia la política migratoria de Donald Trump. El presidente estadounidense se mostró indignado: “Lo que se está viendo en California es un asalto generalizado a la paz, al orden público y a la soberanía nacional, llevado a cabo por alborotadores que portan banderas extranjeras y con el objetivo de continuar una invasión extranjera a nuestro país”. “La única bandera que se izará, triunfante, en las calles de Los Ángeles, es la bandera estadounidense”, insistió. El vicepresidente Vance, denunció que “los insurgentes que portan banderas extranjeras están atacando a los agentes de inmigración”. Y el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, el arquitecto del programa de inmigración, posteó en X acerca de “ciudadanos extranjeros, ondeando banderas extranjeras, disturbios y obstruyendo la aplicación de la ley federal”.

El porte de la bandera mexicana alimenta la idea de la gran invasión migrante y de la pérdida de identidad nacional que enfrenta a la derecha estadounidense con los trumpistas. El debate en torno a la bandera pone de manifiesto la división ideológica entre los campos demócrata y republicano y sus respectivas narrativas. Por un lado, la de los que reclaman una sola bandera: la de las barras y las estrellas. Por otro lado, la de los que creen que las contribuciones del exterior no restan mérito al patriotismo.

La reivindicación de la bandera mexicana -u otras banderas latinoamericanas- es en realidad parte de las huellas de las movilizaciones pasadas. Por ejemplo, fue blandida en 1970 durante la marcha sindicalista de César Chávez en aquella huelga de trabajadores agrícolas que exigían mejores condiciones de trabajo y mejores salarios“. Nuestra bandera también fue el detonante de las protestas en 1994 contra la “Pripuesta 187”, una ley que tenía como objetivo negar a los inmigrantes indocumentados el acceso a la educación, la atención médica y los servicios sociales. Incluso entonces, como sucede de nuevo hoy, las banderas mexicanas eran percibidas por la derecha como un símbolo de desafío antiestadounidense.

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