De mal en peor

Raúl Muñoz Del Cojo.
Raúl Muñoz Del Cojo.

Por más que busco motivos para ver de una manera positiva la gestión presidencial, parece increíble lo que se esmeran para que los que nos dedicamos al turismo veamos otra cosa. Me queda muy claro y lo he comentado en columnas previas la indiferencia que existe por parte del Sr. López con la actividad turística … Leer más

Por más que busco motivos para ver de una manera positiva la gestión presidencial, parece increíble lo que se esmeran para que los que nos dedicamos al turismo veamos otra cosa. Me queda muy claro y lo he comentado en columnas previas la indiferencia que existe por parte del Sr. López con la actividad turística nacional. Las pésimas decisiones tomadas en lo que va de esta administración y la nula presencia de un secretario de turismo que enfrente las necedades presidenciales, han logrado que el turismo nacional se encuentre en un bache cada vez más complicado de salir.

Sin que esto sea detalle menor, esta semana nos topamos con otra noticia que sin duda representará un desafío para el mercado aéreo entre México y Los estados Unidos. Tras superar muy lentamente la caída de la demanda por la pandemia de Covid-19 y todas las restricciones fronterizas que surgieron por la misma, ahora debemos enfrentar la degradación de la calificación de la seguridad aérea de México por la FAA (administración Federal de Aviación).

Si bien no es la primera vez que esto ocurre, la responsabilidad de contrarrestar esta medida se encuentra en el gobierno de nuestro país quien deberá apegarse a los lineamientos del Programa de Evaluación de Seguridad Operacional de la Aviación Internacional (por sus siglas en ingles IASA).

Este programa se implementó por la FAA en 1992 gracias a un incidente de una avión de Avianca, y por esto, la autoridad norteamericana planteó evaluar estándares de seguridad de las aerolíneas que operaban en ese país y se lleva a cabo haciendo una auditoría de las reglas de supervisión de seguridad aérea conforme a normas de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) basándose en varios elementos críticos.

De las auditorías derivan dos resultados; en el primero, los países deberán cumplir con las normas y estándares de la OACI mismos que entrarán en la categoría 1. Si los países no alcanzan los estándares es cuando la FAA los coloca en categoría 2. Para efectos turísticos cabe mencionar que esta auditoría no está basada en la seguridad de las aerolíneas sino en la supervisión del gobierno dentro de la seguridad aérea.

Pero ¿Cuáles son las verdaderas consecuencias de degradarnos a una categoría 2? Cuando un país goza de los privilegios de la categoría 1 se le permite operar en Estados Unidos como individual o con códigos compartidos lo que significa que las aerolíneas pueden vender vuelos y la otra parte operarlos, de esta forma usted puede comprar un vuelo en Aeroméxico y en USA volar con Delta como código compartido.

Al entrar en categoría 2, se limita a las aerolíneas a hacer esta clase de operaciones pero no solo eso, no pueden agregar o modificar rutas, reducir o aumentar frecuencias ni hacer nada por el estilo lo que a simple vista restringe la operación de rutas de las aerolíneas nacionales con uno de nuestros principales proveedores de turistas internacionales, los Estados Unidos.

Ante esta situación solo nos resta esperar si la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) está dispuesta a solucionar la deficiencias que salieron en las citadas auditorías de la FAA, mientras tanto a esperar y rogar por que se solucione esto a la brevedad posible dentro de un panorama nada favorable por las arcaicas ideas de quien nos lidera.

No deja de llamar mi atención la ignorancia demostrada por el presidente en cuanto al tema, comentando que nuestras líneas aéreas están más enfocadas en estos momentos en el mercado nacional y que esta degradación no afectará en nada sus operaciones.

Para la Nacional de Hoteles en voz del presidente nacional, comenta que las afectaciones no solo serán en contra de las aerolíneas nacionales, sino también se pone en pausa la recuperación del turismo en nuestro país ya que Estados Unidos como lo mencioné anteriormente es uno de nuestros principales mercados y pone en riesgo la muy lenta recuperación en cuanto a cuartos noche que se llevaba hasta el momento. Destinos como Cancún, Vallarta, Mazatlán y Los Cabos entre otros sufrirán a muy corto plazo esta degradación.

Si seguimos sumando los problemas que arrastra la AFAC, tenemos que nuestros pilotos no pueden renovar sus licencias para volar ni cuentan con supervisiones médicas desde hace más de un año ya que bajo el argumento de la pandemia se han limitado mucho las funciones de esta agencia federal ya que no dan citas para sus exámenes.

Desde hace más de diez años la validación de licencias y exámenes médicos solo se podían realizar en medicina de aviación, ubicada entre la T1 y la T2, comentó un funcionario del AICM. Después de 2011 se abrieron 25 centros concesionados en todo el país para agilizar los trámites, mismos que en 2019 las concesiones se suspendieron dando como resultado un retroceso de 30 años.

La realidad es muy clara y discúlpenme por ser tan repetitivo pero la pésima toma de decisiones de esta administración no solo nos ha arrastrado a una de las peores épocas turísticas de nuestro país, también nos está llevando a un México que dejó de existir hace treinta años donde la burocracia no permitía se caminara hacia adelante.

Así las cosas en este vetusto y rancio gobierno empeñado en vivir como en la prehistoria. Hasta la próxima.




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