María Esparza Ortiz se desempeña como zapatera desde hace 14 años, cuando abrieron el local El Taconazo frente al Panteón de Herrera. Su trayecto en el oficio comenzó cuando el establecimiento dejó de ser Reparación de Calzado Tres Cruces y cambió de nombre; inicialmente solo atendía a los clientes. La demanda comenzó a crecer y … Leer más
María Esparza Ortiz se desempeña como zapatera desde hace 14 años, cuando abrieron el local El Taconazo frente al Panteón de Herrera.
Su trayecto en el oficio comenzó cuando el establecimiento dejó de ser Reparación de Calzado Tres Cruces y cambió de nombre; inicialmente solo atendía a los clientes.
La demanda comenzó a crecer y de la mano de su esposo, Francisco González, se involucró en las labores características de un zapatero.
La experiencia de González, de 33 años, fueron la escuela donde María aprendió a dominar el arte de reparar y regresar la vida a las prendas.
Al inicio, manejar el aparato le era algo complicado, pero la necesidad y las ganas de trabajar la llevaron a dominarlo por completo.
Para ella ninguna tarea implica un esfuerzo superior al que podría realizar su cuerpo, “Lo más difícil es darle tiempo al negocio, abrimos de 10 de la mañana a 8 de la noche pero afortunadamente eso nos ha dado la preferencia de las personas”.
Disfruta recibir a los clientes, sugerir las reparaciones adecuadas y al final entregar el resultado.
“Da mucho gusto cuando un cliente se va contento con su trabajo”.
Contó que hay personas que tardan años en regresar por sus cosas y que otros regresan un año después cuando el zapato ya es necesario por la temporada, pero siempre da un buen trato.
Junto a su marido creó una familia con cuatro hijas: Valeria Edith, Mariana Elizabeth, Andrea Juana María y Francisca Camila, las dos mayores trabajan con ellos, por lo que el oficio está siendo heredado.
Imagen Zacatecas – Daniel Torres