

Normalistas de la Normal Rural Gral. Matías Ramos Santos tomaron el bulevar. | Foto: Cortesía.
Esta semana, los alumnos de la Normal Rural Gral. Matías Ramos Santos tomaron el bulevar como si disputaran un clásico: hubo estrategia, ocupación de espacios y hasta porras.
En Zacatecas, los bloqueos se juegan con más pasión que cualquier final de torneo. Esta semana, los alumnos de la Normal Rural Gral. Matías Ramos Santos tomaron el bulevar como si disputaran un clásico: hubo estrategia, ocupación de espacios y hasta porras. El problema es que, como en el futbol mexicano, el espectáculo termina con todos reclamando al árbitro y nadie satisfecho con el resultado.
El gobierno, mientras tanto, sigue en la banca, tomando notas en una libreta imaginaria. Las promesas se repiten como jugadas ensayadas que nunca salen bien. Mañana entra en acción otro “equipo”: el SNTE Sección 34, que prepara su mega marcha como si fuera la semifinal de la inconformidad. Cada quien defiende su camiseta, pero el público —los ciudadanos— ya no sabe a qué partido está asistiendo. En el marcador de la gobernabilidad, Zacatecas va varios goles abajo y el técnico parece haberse ido al vestidor antes del medio tiempo.
Y hablando de canchas, el fin de semana promete emociones más deportivas… o al menos, más honestas. La selección mexicana enfrentará a Uruguay en un amistoso que podría servir de espejo: talento disperso, dirección confusa y resultados inciertos. Los Mineros se medirán ante Irapuato en cuartos de final de la Liga de Expansión, tratando de demostrar que en Zacatecas todavía se puede ganar algo. Mientras tanto, Fuerza Regia ya levantó el trofeo de la LNBP, recordándonos que la disciplina y el trabajo en equipo aún dan campeones, aunque no sean de aquí.
Lo curioso es que, entre marchas y partidos, ambos mundos terminan pareciéndose. En la política, como en el deporte, sobran los directores técnicos y faltan jugadores comprometidos. Aquí todos prometen cambios de estrategia, pero nadie quiere ensuciarse los tacos. El balón —es decir, el poder— cambia de pies, pero el juego sigue igual: mucho toque lateral, cero profundidad.
Quizá la lección está en mirar el marcador con menos pasión y más conciencia. Porque mientras unos celebran títulos y otros bloquean calles, el ciudadano común sigue en las gradas, pagando el boleto más caro: el de la paciencia. Tal vez ha llegado el momento de dejar de aplaudir goles falsos y exigir que alguien, por fin, juegue en serio este partido llamado Zacatecas.