¿Y la transformación?
Ayer se cumplió la mitad del periodo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República, en el tercer aniversario de su ascensión al poder hay mucho por analizar, reflexionar, debatir, pero sobre todo valorar sobre los gobiernos del pasado y el actual, pues el discurso de condenar y culpar al pasado … Leer más
Ayer se cumplió la mitad del periodo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República, en el tercer aniversario de su ascensión al poder hay mucho por analizar, reflexionar, debatir, pero sobre todo valorar sobre los gobiernos del pasado y el actual, pues el discurso de condenar y culpar al pasado solo por haber sido gobernados por el PRI y el PAN como la única causa de los males de este país ha quedado totalmente rebasada y cada vez sin sentido.
Las acciones y omisiones del presente ya empiezan a notarse, los logros y errores aun no alcanzan a ser definitivos, pero si representan un costo o beneficio como consecuencia de las decisiones que ha tomado el jefe del ejecutivo y al mismo tiempo Jefe del Estado Mexicano.
Desde el primer minuto del 1 de diciembre de 2018 el responsable, pero luego de 3 años de consolidación de su gobierno, el único responsable de sus acciones es el propio presidente, los errores del pasado, no serán fáciles de superar o de resolver, mucho menos cuando se trata de problemas estructurales y enraizados históricamente, pero tampoco se modificarán solo con un cambio discursivo, con buenas intenciones y evadiendo responsabilidades presentes.
A la mitad del camino, el principal y gran logró del actual gobierno es uno solo, resultado de un objetivo claro y con esfuerzos diarios encaminados a lograrlo, y es únicamente la de mantener y acrecentar la popularidad del presidente. Y es así como un casi 70% de la aceptación del presidente se vuelve el logró más anunciado, más presumido y más satisfactorio de todo el gobierno de la república.
Ese nivel de popularidad ha logrado opacar la misma triste y trágica realidad de nuestro país, una realidad que no se ha transformado, una violencia cada vez más cruel y dolorosa para los mexicanos, un incierto panorama económico que es disfrazada de una vulnerable y simulada estabilidad económica que hoy se representa en una inflación estimada del 7.2% y un presupuesto público sin correspondencia a contribuir con el desarrollo y crecimiento económico, ni tampoco, a pesar del discurso oficial, con el bienestar social, pues ni lo mas de 200 mil millones de pesos destinados a programas sociales se ha logrado combatir la pobreza ni la desigualdad.
El panorama nacional sigue siendo tan pesimista como antes y eso no representa ningún logro, pero además ahora hay que volver a vivir en un ambiente de toxica polarización socio-política, una descalificación permanente a los medios de comunicación que se atreven a cuestionar al presidente y una total hegemonía y concentración del poder público, las divisiones entre nuestros poderes han empezado a diluirse frente a una estrategia de minimizar las instituciones y las expresiones autónomas a lo mínimo necesario que permita nos permita seguir simulando una democracia que ha fracasado en los hechos.
Hablar todas las mañanas del supuesto repudio que se tiene a la corrupción no ha contribuido en nada al destierro de este terrible cáncer que sigue afectando a todas las esferas de nuestra sociedad, no basta con presumirse de progresista y demócrata si en los hechos el conservadurismo determina la política pública y el autoritarismo te lleva a reproducir prácticas antidemocráticas de un pasado que tanto daño hizo a nuestro país.
Hoy luego de tres años la transformación sigue sin ocurrir, el cambio prometido se ha terminado por reflejar en las mismas viejas costumbres y formas entre los mismos actores de siempre, pero ahora en un ambiente de revanchismo político y hasta personal que solo ha llevado a mantener sumido en el atraso, la pobreza y el subdesarrollo a México.