Ver y mirar

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

Palabras nuevas y experiencias inéditas son algunas adquisiciones del tiempo Covid. Ha sido un largo aprendizaje que nos invita a ir más allá de una cultura que se mueve en lo que aparece, se ve, se siente, se observa… y no en lo que es esencial y sustantivo en la vida… Con frecuencia nos ‘quedamos’ … Leer más

Palabras nuevas y experiencias inéditas son algunas adquisiciones del tiempo Covid.
Ha sido un largo aprendizaje que nos invita a ir más allá de una cultura que se mueve en lo que aparece, se ve, se siente, se observa… y no en lo que es esencial y sustantivo en la vida… Con frecuencia nos ‘quedamos’ en la superficie, lo inmediato, el bien-estar, la frivolidad… Pasar del ver al mirar, del oír al escuchar, del sobrevivir al proyecto de vida… es el gran desafío para el ser humano de la posmodernidad.

En la Palabra que la Iglesia proclamó el Domingo pasado llama la atención el concierto de miradas que se entrecruzaban: el sacerdote Elí y el joven Samuel; Jesús, Andrés y Simón… Son miradas que se viven como encuentro existencial. “Vieron dónde vivía y se quedaron con él”… “Fijando en él la mirada…” son encuentro que se hace acontecimiento que transforma y convierte la vida en vocación, misión y proyecto. El paso del ‘ver’ al ‘fijar la mirada’ acontece entre personas en situaciones concretas.

Hoy somos invitados a escuchar e interpretar este concierto de miradas transformadoras desde la situación que vivimos. La vocación siempre es don y misterio, solía decir san Juan Pablo II. En el entorno de aquel tiempo se conjugan el mirar con el oír, el buscar con el encontrar, el preguntar con el responder. Aquella gente vive el drama de la búsqueda (“¿Qué buscan?”), la inquietud (“¿Dónde vives?”), la decisión y el compromiso (“Vengan y lo verán”). Así se forja el discípulo apóstol ante cualquier situación del entorno vital.

Para nosotros, discípulos y pastores de este tiempo, es un fuerte llamado a buscar y vivir el encuentro existencial con Jesús. No basta ser bautizado, ni buscar sentir bonito, ni hacerse una fe a la medida. La única boleta válida y creíble para el mundo actual es la presencia humilde y comprometida del discípulo que irradia la alegría del Evangelio y se involucra hasta el fondo en la construcción del Reino de Dios.  ¡Cómo han llamado la atención los nuevos santos/santas que han entregado su vida durante la pandemia!

Muchos habitantes de nuestro tiempo no encuentran atractiva a la Iglesia porque no ven en ella el rostro y los intereses de Jesucristo. La historia de los primeros discípulos que escuchamos hoy es diferente: “Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él ese día…” No se especifica lo que vieron. Pero  ‘vieron’ a alguien tan atractivo que se dijeron ‘esto es lo que andábamos buscando’, lo esencial, lo sustantivo, el sentido definitivo de la vida.

Hay miradas que no se olvidan, que se clavan para siempre, que remueven el alma. Jesús mira a Simón tan profundamente que le cambia el nombre y la misión. ¿Sucede lo mismo con los fieles cristianos y los apóstoles del siglo XXI?  Nuestro tiempo necesita de cristianos/pastores que ‘miren’ a fondo y se involucren de veras en la misión de Jesús en tiempos Covid y ante cualquier circunstancia.




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