Un padre “concertante”

“Si el rencor enferma, el perdón cura”, oí decir hace poco a un famoso conferencista sudamericano. No tengo idea qué prevalece en el ambiente donde vivimos, si esta destructiva enfermedad, su curación o el desconcierto. Lo cierto es que el perdón no cotiza en las bolsas de valores del mundo. En cambio, el rencor y … Leer más

“Si el rencor enferma, el perdón cura”, oí decir hace poco a un famoso conferencista sudamericano. No tengo idea qué prevalece en el ambiente donde vivimos, si esta destructiva enfermedad, su curación o el desconcierto. Lo cierto es que el perdón no cotiza en las bolsas de valores del mundo. En cambio, el rencor y sus derivados parecen tener una cotización favorable en las relaciones interpersonales, ambientes familiares y/o de negocios. ¿Es posible ser felices sin compasión/perdón? “Nuestro mundo es muy raro, carajo”, dice un comentarista de televisión.

En una sociedad marcada por el relativismo y chapada por ideas líquidas (sin convicciones éticas y débiles creencias religiosas) el perdón/compasión no entra en los planes de legislaturas, ni de gobiernos. Las leyes están hechas con otros fines, no para proponer el perdón como un elemento especialmente medicinal en la convivencia diaria. Hay la percepción de que el perdón, expresión exquisita de la compasión, debilita al que lo da y al que lo recibe. Pensamos que no cabe en una sociedad que busca afanosamente el bienestar y la satisfacción inmediata del ego. Las consecuencias son la acidez emocional, el mal humor crónico, el vacío fácil de autoridad, el desconcierto…

Hoy Jesús nos regala el más bello de los conciertos que jamás se hayan escuchado. En tres parábolas nos da un recital inigualable de las maravillas del perdón compasivo de Dios. En una lectura superficial el concierto de Dios puede desconcertarnos. Quisiéramos que Dios se adecuara a nuestras medidas, decretara la pena de muerte y tomara en cuenta nuestras mezquinas recomendaciones.

¿Qué hace Jesús de especial que nos saca de nuestras casillas? Simplemente da gratis la carta de ciudadanía a los pecadores para que entren a su Reino. Los primeros cristianos querían saber si los pecadores (paganos, publicanos y más) podían esperar que la oferta del Evangelio fuera buena noticia para ellos. Para los escribas y fariseos contaban solamente los que observaban la ley. La buena noticia de Jesús parece inaceptable para quienes murmuraban de él y desconcertante para los mismos pecadores que lo escuchaban con esperanza.

Las tres parábolas muestran a Dios, madre y padre compasivo, paciente, misericordioso, generoso. El perdón gratuito e incondicional que ofrece a los diversos personajes de las parábolas es el mejor de los conciertos de amor compasivo que haya escuchado la humanidad. El perfil de Dios incluye la desmesura del perdón (anillo, vestido, banquete, música) y nos abre al horizonte infinito de su amor como una fiesta sin fin.

Siempre que rezamos el padre nuestro se hace presente este Dios que busca concertar conciertos gratuitos con la inigualable música del perdón. Esta melodía no nos debería desconcertar. La oferta es para todos, los pecadores clásicos y los nuevos del mundo digital. Muy mal haríamos si cayéramos en la tentación de poner las mismas reglas religiosas de los escribas y fariseos que espiaban a Jesús.

Bendito Evangelio que nos saca de nuestros desconciertos y abre para todos las infinitas posibilidades del perdón.
Con mi bendición y afecto en estos días intensamente patrios.

*Obispo de/en Zacatecas




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