
Saúl Monreal Ávila, docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.
La Toma de Zacatecas representó mucho más que una batalla. Fue la culminación de una ofensiva cuidadosamente organizada.
“Mas de sesenta trenes avanzando hacia zacatecas y adelante protegiéndonos, para que no hubiera sorpresas, una pantalla de cuatro mil hombres de caballería levantando el polvo”- dice Paco Taibo en su versión gráfica de la toma de Zacatecas, y es que el 23 de junio de 1914, Zacatecas fue escenario de uno de los grandes momentos de la Revolución Mexicana: su toma por las fuerzas de la División del Norte, comandadas por el general Francisco Villa. Más allá de tratarse de una victoria militar, la Toma de Zacatecas significó un golpe estratégico y simbólico que debilitó profundamente al régimen de Victoriano Huerta y abrió las puertas para su caída definitiva. Hoy, a más de un siglo de distancia, ese episodio no solo sigue vivo en la memoria colectiva de los zacatecanos, sino que se convierte en una referencia ética y política en la construcción del México actual.
La Toma de Zacatecas representó mucho más que una batalla. Fue la culminación de una ofensiva cuidadosamente organizada, que entendió que arrebatar al régimen huertista esta plaza era clave para fracturar sus líneas defensivas en el norte del país. Zacatecas, por su ubicación estratégica, su ferrocarril y su importancia minera y económica, era uno de los últimos bastiones del viejo régimen en manos del ejército federal. Su caída significó no solo un triunfo militar, sino también moral, para las fuerzas revolucionarias.
Pero lo más relevante de este hecho no está solo en los libros de historia, sino en lo que representa hoy. Pancho Villa encarnó en ese momento un liderazgo popular, audaz, decidido, que rompió con las lógicas del poder oligárquico que por décadas había gobernado México. Su lucha no fue solo por el poder, sino por justicia, tierra, y dignidad para los más olvidados del país. En ese sentido, la Toma de Zacatecas es también un símbolo de transformación profunda, de rebelión contra los abusos de una clase política que gobernaba al margen del pueblo.
En el México actual, marcado por el proceso de la Cuarta Transformación, es legítimo y necesario mirar hacia ese pasado con orgullo y compromiso. La lucha de Villa y de tantos revolucionarios anónimos que participaron en la batalla de Zacatecas no fue en vano. Esos ideales de justicia social, siguen más vigentes que nunca.
Hoy, seguimos trabajando por el cambio profundo en el estado, llevamos a cuestas una nueva toma de Zacatecas, nos movemos con los principios e ideales de la cuarta transformación a lo largo y ancho del estado, colaboramos en esa recuperación económica y social que requiere el estado, pugnamos por la democratización de toda la vida pública, ponemos en el centro a la gente y le recordamos a todos, que el poder legítimo emana del pueblo, que las grandes transformaciones requieren de coraje, organización y convicción, por eso seguimos organizándonos.
Zacatecas, tierra de historia y de lucha, siempre es referente, hoy Villa, sus dorados y su lucha siguen cabalgando.