¿Saco las manzanas?

Exactamente 346 mil empleos (4 mil más de los que, de acuerdo con el IMSS, fueron creados el año pasado) se perdieron en el país durante las primeras semanas de la contingencia sanitaria. Se trata tan solo de una pequeña muestra de lo que nos espera en materia económica y social los próximos meses. Pero, … Leer más

Exactamente 346 mil empleos (4 mil más de los que, de acuerdo con el IMSS, fueron creados el año pasado) se perdieron en el país durante las primeras semanas de la contingencia sanitaria. Se trata tan solo de una pequeña muestra de lo que nos espera en materia económica y social los próximos meses. Pero, hay quienes siguen actuando como si nada grave pasara.

La crisis apenas está comenzando y todavía no nos muestra su cara más fea. De manera similar, el virus Covid-19 atacará con furia a los que se encuentran más débiles. La diferencia es que, para la “infección económica” sí hay vacunas y medicamentos que permiten atenuar la enfermedad y acelerar la recuperación de los pacientes.

Sin embargo, el médico se niega a prescribir esos fármacos, pese a su probada efectividad.

No nos queda de otra que seguir automedicándonos. Cada changarro que logremos salvar será de vital importancia para el verdadero combate a la pobreza. Cada micro y pequeña empresa que podamos mantener con vida significará menor sufrimiento para las familias que de ellas obtienen su sustento.

Apostar al aparato productivo del país está lejos de ser un capricho ideológico. Como lo publicó de manera reciente el NY Times, de los 2.7 millones de empresarios que hay actualmente en México, 2 millones, casi 75%, son de muy escasos recursos o de clase media de acuerdo con sus ingresos. De hecho, solo 2% encaja en la categoría de “magnate”. ¿Por qué insistir en pintar al empresariado nacional como el enemigo, cuando la mayoría lo que ha hecho es autoemplearse ante la falta de oportunidades?

Si vamos a atender las necesidades de quienes menos tienen, entonces, debemos incluir también a los propietarios de los pequeños negocios, en particular a los que tienen empleados. La economía de las familias mexicanas así se sostiene.

Es falso el supuesto de que los programas sociales, por muy amplios que sean, son capaces de sustituir la actividad productiva. Entre menos se genere riqueza, menos impuestos cobrará el gobierno y menor capacidad tendrá de otorgar ayudas. Es así de simple.

¿Lo entenderán o saco las manzanas?

*Centro de Colaboraciones Solidarias




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