Reflexiones espontáneas

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Cada día que pasa es una nueva oportunidad para ser mejor persona: representa el reto de volverse, tal vez, más rico, mejor preparado, pero, por supuesto, de enriquecer la vida de alguien más. Los errores que cometemos pueden servir para formar un flagelo  con el cual vamos a lastimarnos durante el resto de nuestras vidas … Leer más

Cada día que pasa es una nueva oportunidad para ser mejor persona: representa el reto de volverse, tal vez, más rico, mejor preparado, pero, por supuesto, de enriquecer la vida de alguien más.

Los errores que cometemos pueden servir para formar un flagelo  con el cual vamos a lastimarnos durante el resto de nuestras vidas o bien para convertirlos en peldaños de esta larga escalinata que vamos ascendiendo para llegar más arriba.

Unos llegan y otros se van; estos dejan un legado y aquellos se llevan hasta la porción de aire que a otros nos toca respirar. Hay a quien duele ver partir y hay los que dan más alegría cuando se van que cuando llegan.

Un padre que sostiene la mano de su hijo es el ejemplo del fuerte ayudando al débil. En contraste, hay quien pasa sobre el débil cual si de un tapete se tratase; el que se siente fuerte por la debilidad de otro resulta ser un mezquino que no merece sino el desprecio de aquella sociedad en la que desea encumbrarse.

El ser humano está llamado a trascender. Primero, en las almas de quienes toca a su paso y, después, en el ámbito magnífico y perenne de su Creador, al llegar el fin de sus días.

De su convivencia con otros, al hombre le vienen obligaciones y derechos de los que la primera obligación se trata, precisamente, de respetar el derecho de los otros y su primer derecho es la obligación de los demás a respetárselo.

Si el hombre se diera cuenta de que está librando sus duras batallas solo, cuando detrás de él se encuentra otro que persigue casi los mismos fines sólo sería cosa de voltear a verlo y decirle “¿Y qué tal si peleamos juntos?”.

El bien seguirá siendo el bien, aunque muy pocos lo practiquen, y el mal seguirá siendo el mal, aunque se convierta cada vez más en el actuar de la mayoría. Así que no se apresure usted en decirle a los que hacen el bien que les falta malicia cuando es quizás a usted a quien le hace falta bondad.

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