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Opinión

Presa Milpillas: Entre la urgencia y la solución integral

Presa Milpillas: Entre la urgencia y la solución integral

Zaira Ivonne Villagrana Escareño.

Su objetivo principal es garantizar el abasto de agua para más de 380,000 habitantes de la zona metropolitana de Zacatecas y Guadalupe, una región que históricamente ha padecido escasez.

Redacción Zacatecas
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21 de octubre 2025

Zaira Ivonne Villagrana Escareño

En marzo de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó 17 Proyectos de Infraestructura Hídrica como parte del Plan Nacional Hídrico, entre los que se encuentra la Presa Milpillas en Zacatecas. Para el gobierno federal, esta es una obra de interés nacional; sin embargo, el debate en torno a su construcción ejemplifica el eterno dilema entre el desarrollo infraestructural y sus impactos socioambientales.

Su objetivo principal es garantizar el abasto de agua para más de 380,000 habitantes de la zona metropolitana de Zacatecas y Guadalupe, una región que históricamente ha padecido escasez. La justificación técnica se centra en aliviar la sobreexplotación de los acuíferos Benito Juárez, Guadalupe Bañuelos y Calera, fuente del 84% del agua para consumo público urbano. La lógica es que, al ser una nueva fuente de agua, la presa permitiría la recuperación de estos mantos acuíferos.

No obstante, si bien aborda una necesidad urgente, podría estar eludiendo las causas raíz del problema. Es cierto que, si no ponemos atención a las caracteristicas del proyecto, en la práctica, el mayor beneficiario podría ser el sector industrial, el cual requiere volúmenes masivos y constantes de agua para su operación. Al asegurar el suministro urbano, la presa libera presión política y social, pero permite que la industria mantenga su acceso privilegiado al recurso sin cuestionamientos profundos.

Esta visión fragmentada es su talón de Aquiles. Al centrarse únicamente en aumentar la oferta para el sector urbano-industrial, el proyecto Milpillas soslaya el verdadero núcleo de la crisis: un modelo de gestión que no aborda la desigualdad en el uso del agua, donde un pequeño número de usuarios, como la agroindustria y la minería, consumen la mayor parte del bien natural.

En conclusión, la Presa Milpillas es más que un embalse, es un síntoma de un enfoque que privilegia la obra pública sobre la reforma estructural.  Si bien puede aliviar la presión urbana a corto plazo, su desarrollo no debe ser acrítico. Corresponde a la sociedad zacatecana, por tanto, no simplemente oponerse o avalar, sino mantenerse vigilante y demandar transparencia. El verdadero reto no está solo en construir la infraestructura, sino en asegurar que su ejecución vaya acompañada de la política integral que Zacatecas necesita: una que regule a todos los sectores, promueva el uso eficiente y enfrente, de una vez por todas, las desigualdades en el acceso al agua. La vigilancia ciudadana será crucial para que este proyecto no se convierta en otra promesa incumplida, o que beneficie a unos pocos, sino en un paso genuino hacia la seguridad hídrica de nuestro estado.

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