Orgullosamente diversos

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Continuando con esta serie de columnas con el tema de Derechos Humanos, y aprovechando que estamos en el mes del Orgullo, vamos a dar una mirada al colectivo LGTBQ+ y su implicación en la progresividad de derechos y la apertura social. “No soy homófobo, sólo tengo una opinión diferente” se ha vuelto una frase común … Leer más

Continuando con esta serie de columnas con el tema de Derechos Humanos, y aprovechando que estamos en el mes del Orgullo, vamos a dar una mirada al colectivo LGTBQ+ y su implicación en la progresividad de derechos y la apertura social.

“No soy homófobo, sólo tengo una opinión diferente” se ha vuelto una frase común estos días. Pero esto es un error. Mira, la homofobia no es como la aracnofobia. No implica necesariamente que al ver a alguien gay vas a gritar de miedo y subirte a una silla. No quiere decir sólo que pretendas matarlos a todos, o siquiera que estés a favor de usar violencia física en su contra. Si piensas que la homosexualidad es una enfermedad, una perversión o un capricho, si piensas que las personas homosexuales deben tener menos derechos por ser homosexuales, entonces tienes ideas homofóbicas. No hay vuelta de hoja.

No puedes decir “no soy sexista, pero pienso que las mujeres deberían dedicarse al hogar y la familia” o “no soy racista, pero no creo que los negros deberían casarse con los blancos”. Es decir, no puedes tener opiniones discriminatorias y luego decir que eso no es discriminación. No puedes disfrazar la discriminación como respeto; es un absurdo.

Y no, tus opiniones no son equivalentes a tener un equipo de futbol preferido o ser votante de un partido político, porque finalmente lo que opinas es que grupos completos de seres humanos son de alguna forma inferiores a los demás y por tanto no deberían tener ciertos derechos. Obviamente esto genera un rechazo moral entre las personas que están a favor de la igualdad y los derechos humanos.

Por supuesto, tienes derecho a tener tus propias opiniones y a expresarlas. Sin embargo, ten en cuenta que en el momento en el que haces pública una opinión, ésta se vuelve susceptible a recibir críticas, refutaciones, rechazos e incluso insultos. Esto también es parte de la libertad de expresión.

Lo que sucede es que tus opiniones se están volviendo cada vez menos populares, porque la sociedad está avanzando a ser cada vez más incluyente y diversa, pero eso no equivale a ser perseguido. Llamarte “homofóbico” o “retrógrada” porque tus opiniones lo son, no te pone, pero ni remotamente, en la misma situación que las personas homosexuales han estado a lo largo de siglos de la historia humana.

Confió plenamente que tendremos, con el paso de las décadas, una sociedad más abierta y tolerante, y por lo mismo menos violenta y más feliz. Menos violenta porque el odio tras esas violencias se irá desterrando hacia rincones repudiados por la gente de bien. Más feliz porque permitirá que más personas puedan buscar la alegría de vivir según su forma de ser, sin afectar a nadie y sin ser discriminado más que por los que moradores de esos rincones repudiables.

En ese futuro las miradas se volverán hacia estos años y entonces las personas que sostienen posturas homofóbicas serán vistas como las que antaño defendían la segregación racial o se oponían al sufragio femenino. ¿Realmente quieres ponerte del lado equivocado de la Historia?




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