Masacre de Hamas, ¿dónde estamos todos?

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Todos esperamos de nuestros líderes palabras poderosas, inspiradas, carismáticas, que puedan ponerlos en su papel.

No es la incursión coordinada de los terroristas de Hamas en Israel lo que es asombroso. Era concebible, pertenecía al orden de la posibilidad. Es, y sobre todo, asombrosa la masacre de los jóvenes en el festival de Néguev: pertenece al orden de lo inimaginable, de lo impensable. Desde el Holocausto, los judíos no habían sido masacrados de esta manera por ser judíos. En otras palabras, la masacre de los muchachos que andaban de juerga en el festival “Tribu de Nova” es un crimen específico, con sus raíces simbólicas en los análogos asesinatos en masa antisemitas que empaparon las tierras de Europa del Este en la década de 1940. Esos jóvenes, judíos, fueron asesinados usando los métodos y la mentalidad de los nazis, de los Einsatzgruppen, una masacre en términos liso y llano ¡y una parte del mundo está más o menos medio callado! A este medio mundo que ha decidido mirar de reojo pertenecen gobiernos, organizaciones religiosas, iglesias -especialmente las que se fundamentan en la creencia de la divinidad de Jesús-, comunidades académicas.

Ciertamente, se objetará, algunos de estos entes silenciosos han emitido algún comunicado. Pero leerlos es desalentador. Estas cartas frías y burocráticas, tan gélidas como un memorándum en una administración de un gobierno de un país de medio pelo, donde se pesa cada palabra, evitando el compromiso espiritual, donde no soplan, por ejemplo, los vientos perturbadores del Espíritu Santo, forman parte del orden del servicio mínimo. En ellos ni siquiera se menciona la naturaleza antisemita de los asesinatos.

Los jóvenes asesinados, descuartizados, violados, secuestrados, objeto de toda humillación y ultraje, rehenes, alegres y despreocupados como eran, están, en la tierra donde vivió, entre el pueblo suyo, los hermanos y hermanas de Jesús. Que todos los hombres participan en esta fraternidad es indiscutiblemente obvio. Sin embargo, que los hijos de Israel son sus hermanos y hermanas en una calidad especial es igualmente evidente. De ahí la pregunta: ¿no es directamente Jesús quien está herido en su carne, como el centurión romano, cuando nosotros, occidentales, cristianos, católicos, descendientes de una cultura formada alrededor de la ideología derivada de su Iglesia, no tenemos palabras para expresar el compartir el dolor? Decir que, mutatis mutandis, su dolor es también el nuestro. ¿Debemos entender que nos negamos a enfrentar las similitudes históricas que estas masacres traen a la memoria? Estas palabras manifestarían el compromiso espiritual que está a cargo del mundo occidental y del mundo del Islam, y por el momento faltan; esperamos que sí aparezcan.

Estas palabras manifestarían la virtud de la esperanza. Mientras las esperamos, tenemos esperanza en la esperanza.

El domingo 8 de octubre, todos los fieles católicos debimos cantar el Salmo 79 en la celebración de ese día: “La viña del Señor del universo es la casa de Israel”. Y todos debimos escuchar atentamente la lectura de un fragmento del libro del profeta Isaías, en el que se encuentra esta fórmula. La casa de Israel acababa de ser ensangrentada por asesinatos específicos, que la atacaron por lo que es. Como tal.

Tristeza y decepción: medio mundo, especialmente el cristiano y el del islam está ausente, a pesar de estos horrores, de los desfiles del día siguiente, la noche del 9 de octubre, cuando su deber era más que nunca estar al lado de los que fueron asesinados y de los que murieron por las represalias israelíes. Donde el mundo debió dar una voz fuerte y profética, estaba afónico. ¿Cómo, si sus palabras están ausentes, o congeladas en un lenguaje burocrático, que viene a ser lo mismo, en un momento tan histórico, este medio mundo cristiano, académico, empresarial, podrá ser escuchado y comprendido más allá del día a día, el día en que se exprese con precisión y profundidad sobre temas sociales, gestación subrogada y eutanasia? ¿Cómo resonará su mensaje en un día tranquilo cuando permanece en silencio cuando sopla la tormenta?

Un comunicado de prensa insulso, una especie de semisilencio, no sirve. Todos, en medio mundo, debeos tener en cuenta, además del horror, la naturaleza de los crímenes perpetrados por Hamás. Una condena rutinaria de la violencia nos ciega a su realidad. Todos esperamos de nuestros líderes palabras poderosas, inspiradas, carismáticas, que puedan ponerlos en su papel. No es una traición a la humanidad que se debe a apoyar a los palestinos o a Israel. En la misa del domingo, rezaré fervientemente por los niños de la “Tribu de Nova” asesinados en el Néguev, por los inocentes palestinos, por los judíos, por los que siguen como rehenes, por Israel. ¡Esperando que los líderes de mi Iglesia, del cristianismo, del empresariado, de la academia, despierten!




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