
Juan Carlos Ramos León.
Siendo este nuestro primer encuentro del 2022 que empieza quiero aprovechar para desearle a usted, lector, un año lleno de bendiciones, de éxitos pero sobre todo, de paz. No renuncie a sus sueños nunca; por ahí dicen que todo aquello que se puede soñar se puede realizar, así que soñemos en grande y pongámonos cuanto … Leer más
Siendo este nuestro primer encuentro del 2022 que empieza quiero aprovechar para desearle a usted, lector, un año lleno de bendiciones, de éxitos pero sobre todo, de paz. No renuncie a sus sueños nunca; por ahí dicen que todo aquello que se puede soñar se puede realizar, así que soñemos en grande y pongámonos cuanto antes a trabajar para que esos sueños se conviertan en nuestra feliz realidad de cada día.
Nuestro país y ahora también nuestro Estado atraviesan por una severa crisis de liderazgo sin precedentes. No hay quien resuelva, para acabar pronto. Quienes están a la cabeza se la pasan echándoles la culpa de todo lo malo que pasa a los que ya no están y nadie, absolutamente nadie, se tira al ruedo a lidiar con la bestia.
En la iniciativa privada, cuando usted es contratado por una importante multinacional para desempeñar una posición clave, después de un extenuante proceso de selección en el que usted estuvo ahí, puntual y lúcido en cada una de las no pocas entrevistas que se realizan, y en todos los exámenes que hay que aprobar para determinar que, de todos los solicitantes, resultó ser usted el más calificado para el puesto y aquel cuyo perfil se apegó mejor a los parámetros requeridos, es impensable siquiera que, cuando las cosas salen mal, se excuse usted en las omisiones o errores de quien desempeñaba su puesto antes que usted. Se le contrató para dar un resultado y punto, no para dar excusas.
Ojalá que nuestras autoridades entendieran que lo que los gobernados necesitamos son resultados, no explicaciones de por qué no se dan. Ojalá que entendieran también que, a estas alturas en las precarias condiciones de nuestros sistemas sanitarios, educativos y de seguridad pública ya no nos importa quién o quienes tuvieron la culpa, a qué partido político pertenecían, cuánto se robaron ni donde se encuentran gastándoselo, sino que los importa es que se tomen las acciones más inmediatas para darle la vuelta de una vez por todas a los problemas que nos aquejan y que no nos dejan avanzar.
Se supone que tienen idea de cómo hacerlo, ¿no? O, entonces ¿para qué se postularon?