Los Juegos Florales en el siglo 21
Colocarse ante un legado para darle continuidad es tan difícil como importante. Cuando eso sucede, no es sólo uno, sino toda una generación, quien se acerca a él. Así me siento ahora en Fresnillo, frente a la responsabilidad de cómo dar continuidad al certamen literario conocido como Juegos Florales, dos décadas después de iniciado el … Leer más
Colocarse ante un legado para darle continuidad es tan difícil como importante. Cuando eso sucede, no es sólo uno, sino toda una generación, quien se acerca a él. Así me siento ahora en Fresnillo, frente a la responsabilidad de cómo dar continuidad al certamen literario conocido como Juegos Florales, dos décadas después de iniciado el siglo 21.
Una cosa es tomar las riendas de una encomienda pública como la reactivación de bibliotecas en el municipio más importante de Zacatecas, y desde allí instaurar Juegos Florales para Navidad, 14 de febrero y 10 de mayo, y otra muy distinta es retomar el torneo literario que, bien o mal, ha marcado su huella en la historia de nuestras comunidades.
Cuando eso sucede, la generación que está al frente, mi generación, asume su madurez y debe tocar con sus manos desnudas una parte de la médula de la historia. Cuarentones y cincuentones como yo dejamos de ser los niños extasiados frente a los libreros para ahora administrarlos. Nos toca servir. Nos toca reactivar. Nos toca mejorar. Pobre de quien no lo haga.
Llega el momento de encabezar los tradicionales Juegos Florales frente a un tiempo en que todo lo que estaba en vitrina es cuestionado: desde los intocables regímenes que nos metieron a las filas y ahora cualquiera puede desafiar, hasta los roles y tradiciones que ―defectuosos o injustos― nos hicieron quienes ahora somos.
Arribamos, entonces, al momento en que la misma denominación “Juegos Florales” evoca en muchas personas de estas generaciones la hueva, el aire porfirista, la pompa decimonónica, la soberana de la feria otorgando los pétalos al poeta feo pero inspirado.
Como hombre de letras no me opongo a ello, y sé que todo evoluciona. Para mí en Fresnillo, la tradición de los Juegos Florales puede conservar lo mejor de lo acostumbrado, y además el giro de que el certamen se vuelva partero de textos literarios que muevan a la reflexión y no sólo a la contemplación de la belleza.
En un municipio que debe cargar el estigma de la violencia cotidiana, cada día llego a Fresnillo a dar lo mejor. Retomando una de sus grandes tradiciones, ahora busco dejar también algo mejor.