Leyenda fundacional de Zacatecas

Nuestra Señora de los Zacatecas, anónimo, óleo sobre lámina, principios siglo XX. Crónica de Zacatecas.
Nuestra Señora de los Zacatecas, anónimo, óleo sobre lámina, principios siglo XX. Crónica de Zacatecas.

Cuenta la leyenda que aquel memorable 8 de septiembre de 1546, fue el día del descubrimiento de las minas de Zacatecas.

En ocasiones utilizamos ciertas palabras como sinónimos de otras, tal es el caso de mito, leyenda y tradición, aunque aparentemente son la misma cosa, no es así ya, que por su parte, cada una se utiliza para designar un relato con determinadas características, según sea el caso.

El mito (del griego mythos, fábula) es un relato de los tiempos fabulosos y heroicos (la mitología griega), tradición alegórica que tiene por base un hecho real, histórico o filosófico (el descubrimiento de las minas de Zacatecas por intercesión divina) o un cosa fabulosa (el ave fénix).

Hasta la época de Sófocles, mito significaba palabra hablada; más tarde, palabra sagrada; y finalmente, narración (no verídica, la fábula) de la saga de los dioses. En esta última fase, el mito se opone al logos, como lo hace la fantasía a la razón, como la palabra que narra a la que demuestra.

El término leyenda proviene del latín legenda (“lo que se ha de leer”). Relato en que está desfigurada la historia por la tradición (las batallas de los indios de finales del siglo XVI y principios del XVII en Zacatecas), más o menos maravilloso, invención fabulosa. Por lo general, las leyendas fueron urdidas en tiempos lejanos y en la mayoría de los casos la autoría es colectiva. No importa el valor estético sino su contenido, pero cuando son contadas con un lenguaje delicioso, suelen ser más apreciadas y disfrutadas por los receptores.

La tradición es la transmisión oral, durante largo espacio de tiempo o cosas transmitidas por dicho conducto, un medio que ha conservado muchas cosas a través del tiempo, a veces con demasiadas alteraciones.

Tomando como base estas definiciones podemos decir que gracias a la tradición oral y a algunos textos, han llegado hasta nosotros mitos y leyendas del antiguo Zacatecas. En esta ocasión vamos a compartir con nuestros amables lectores dos de los más antiguos ejemplos.

Cincuenta años después del descubrimiento de las minas de Zacatecas, hacia el año 1600, ya habían muerto o se habían marchado algunos de los primeros pobladores del lugar, así que los testigos del origen de esta ciudad eran ya muy pocos.

En esta época encontramos las más antiguas evidencias de un relato maravilloso en el que se intenta explicar el descubrimiento de las minas de Zacatecas, y en el que se relata un encuentro sin violencia entre indios y españoles.

Cuenta la leyenda que aquel memorable 8 de septiembre de 1546 (día del descubrimiento de las minas de Zacatecas), tanto indios como españoles, vieron:

En las faldas del Cerro de la Bufa una hermosísima Señora de rara y singular belleza, que tenía en la mano izquierda un muchachito tan lindo, que les robó los corazones, y en la derecha un ramillete o montón de rosas frescas, y que llenaba de tan precioso olor el monte, que no querían los indios apartarse de su presencia, hasta que con tiernas y dulces caricias les mandó la Señora se fuesen a dar de paz a los españoles, lo que ejecutaron obedientes.

Esto significa que el encuentro entre españoles y zacatecos fue pacífico, debido a la milagrosa aparición de la Reina del Cielo que sirvió como intermediaria, quizás, por ser una fecha singular pues se trataba del el día de la fiesta de la Natividad de la Virgen María, a quien muy pronto adoptaron como Patrona y protectora de este naciente emporio minero.

Existe otra versión en la que se cambia un detalle del encuentro: como los zacatecos eran indios aguerridos y violentos, la Virgen los “aplacó” arrojándoles a los ojos un puñado de tierra rosada, de esta forma quedaron cegados temporalmente y no pudieron atacar a los españoles.

El rescate de estos relatos se debe al padre José Bezanilla, quién publicó un devocionario histórico-religioso a finales del siglo XVIII, conocido con el nombre de “Muralla Zacatecana”. En la primera parte de esta obra se encuentran aquellas narraciones que corrían de boca en boca de los ancianos zacatecanos de sus tiempos, estas a su vez les fueron contadas por sus abuelos.




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