La Suave Patria y punto final

Pablo Torres Corpus.
Pablo Torres Corpus.

Veinticuatro de abril de 1921 es la fecha que aparece en la parte inferior izquierda de la última hoja manuscrita de “la suave Patria”, debajo de la firma de Ramón López Velarde. Esa es la fecha que se la atribuye a la versión final de la obra del jerezano, aunque se publicó hasta el primero … Leer más

Veinticuatro de abril de 1921 es la fecha que aparece en la parte inferior izquierda de la última hoja manuscrita de “la suave Patria”, debajo de la firma de Ramón López Velarde.

Esa es la fecha que se la atribuye a la versión final de la obra del jerezano, aunque se publicó hasta el primero de junio del mismo año, en la revista “el maestro”, publicación fundada por José Vasconcelos y editada por la Universidad Nacional de México.

El poema fue reconocido y valorado prácticamente de inmediato por la elite literaria del país y a pesar de la velada crítica hacia los estragos de la revolución, rápidamente los caudillos la integraron al catálogo del fervor patrio y la mitología revolucionaria.

A diferencia de las obras épicas de la época, el poema de López Velarde no narra ni alaba las hazañas de los héroes de la independencia o la revolución, va más allá, al todo que nos define, unifica y aglutina como mexicanos: la patria, en este caso “la suave Patria”.

La obra fue y es novedosa porque, aunque es un poema épico tiene la virtud de hablarle a la patria líricamente para describirla, pero también para elogiarla, incluso cortejarla.

Muchos deben ser los atributos para la admiración centenaria del poema, pero no tengo la menor duda que la métrica, los endecasílabos y el ritmo son tres de ellos.

Aunque las metáforas, reminiscencias, referencias y pulcritud del vocabulario barroco indican que “la suave Patria” fue escrita en código, cifrada para los románticos de provincia, la métrica, los endecasílabos y el ritmo la hacen asequible y disfrutable para todos.

La métrica que mantiene y sostiene de principio a fin, la gran Dolores Castro decía: “López Velarde alcanzó un ritmo casi perfecto, pocas veces alcanzado, siempre grato”

Históricamente recrea pasajes del origen de una Patria rica, mutilada y mitológicamente agonizante cuyo “barro suena a plata”.

También impone sin proponérselo una serie de profecías sobre la miseria, abundancia y generosidad de una Patria convertida en la más generosa musa.

Todo con el asombroso poder que, al tiempo que describe, alaba, enamora, festeja y canta a la Patria engarza personalísimas “escenas” autobiográficas” y de la más honda provincia mexicana.




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