La felicidad y sus causas

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

¿Cómo podemos abordar el aislamiento y la soledad en estos tiempos difíciles que estamos atravesando en estos momentos? En el mundo actual enfrentamos la pandemia, la violencia intrafamiliar, los efectos del calentamiento global, los incendios forestales que han arrasado varias partes del mundo, son fenómenos naturales que reflejan lo que está escrito en algunos antiguos … Leer más

¿Cómo podemos abordar el aislamiento y la soledad en estos tiempos difíciles que estamos atravesando en estos momentos?

En el mundo actual enfrentamos la pandemia, la violencia intrafamiliar, los efectos del calentamiento global, los incendios forestales que han arrasado varias partes del mundo, son fenómenos naturales que reflejan lo que está escrito en algunos antiguos textos de varias culturas acerca de cómo la violencia y la hambruna pueden provocar el fin del mundo tal y como lo conocemos. Y si no cuidamos el planeta y si las cosas siguen así, el clima se volverá tan caluroso que nuestras fuentes de agua, lagos y ríos, se secarán.

Lógicamente, todo lo que tiene un principio llegará a su fin. No hay mucho que podamos hacer al respecto. Lo que podemos hacer, mientras tanto, es vivir una vida pacífica y feliz. Es muy triste si dedicamos nuestro tiempo limitado a pelear entre nosotros. Pero aprender a vivir feliz y pacíficamente requiere educación.

Necesitamos aprender del hecho de que durante el siglo pasado y en los primeros años de este siglo ha habido demasiada violencia, y hoy la sigue habiendo. Todos los seres humanos quieren llevar una vida feliz y una vida feliz significa una vida en paz. Por lo tanto, tenemos que pensar seriamente en cómo hacer que nuestro mundo sea más pacífico y armonioso. Somos animales sociales, dependemos de la comunidad en la que vivimos. Desde el momento en que nacemos, dependemos del cuidado y el afecto de nuestra madre y de nuestra familia para sobrevivir. Esto no tiene nada que ver con una práctica religiosa, es simplemente un comportamiento natural.

Cuando somos niños, no nos importa si las familias de otros niños siguen esta o aquella religión, o pertenecen a esta o aquella raza, siempre que sonrían y jueguen felices con nosotros. Desde este punto de vista, los niños y niñas son conscientes de la unidad de la humanidad. Sin embargo, una vez que empezamos a ir a la escuela, aprendemos a identificar las diferencias entre nosotros. Notamos diferencias de fe, o de estatus social, si nuestros compañeros son ricos o pobres, etcétera. Sin embargo, estas distinciones sólo tienen un valor secundario.

Fundamentalmente todos somos iguales en cuanto que somos humanos. Descubrimos que todo el mundo quiere llevar una vida feliz. Sin embargo, la verdadera felicidad no consiste en tener dinero o poder, sino en lograr la paz interior. Si tenemos paz interior, seremos felices de día y de noche. La felicidad está relacionada con nuestras emociones. Y todos tenemos el potencial de experimentar tanto emociones positivas como negativas. Cuáles cultivamos, depende de cómo usamos nuestra inteligencia.

 




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