Juventud sin futuro

José Napoleón García
José Napoleón García

El estado mexicano debe promover herramientas que permitan a la población tener un trabajo digno y socialmente útil, o al menos así lo marca la constitución. La juventud es un periodo etario, que implica el surgimiento de nuevas y legitimas necesidades en las personas, como la búsqueda del desarrollo personal y de un medio de … Leer más

El estado mexicano debe promover herramientas que permitan a la población tener un trabajo digno y socialmente útil, o al menos así lo marca la constitución.

La juventud es un periodo etario, que implica el surgimiento de nuevas y legitimas necesidades en las personas, como la búsqueda del desarrollo personal y de un medio de sustento, lo cual implica la búsqueda de un trabajo digno.

La juventud se expresa como un momento donde el hombre y la mujer experimentan un vigor físico mayor, que en otras etapas de la vida. Por lo cual la población joven es fuente de fuerza, movimiento, renovación e indudablemente una enorme fuerza laboral.

Sin embargo, la idea de trabajo digno alude a un trabajo productivo con remuneración justa, seguridad en el lugar de trabajo, protección social para el trabajador y su familia, mejores perspectivas para el desarrollo personal y social.

La informalidad en Chiapas, en Guerrero, en Hidalgo y Oaxaca, impacta a 8 de cada 10 empleados. También con tasas por arriba de la mitad de su población se enlista Zacatecas.

En este contexto, la juventud mexicana enfrenta de manera agudizada los problemas de trabajo y empleo que afectan al conjunto de la sociedad mexicana.

Al no encontrar lugar en el sector laboral formal, la juventud se ha empleado en el sector informal, asegurándose una liquidez inmediata, pero sin obtener mayor beneficio que el recibir un pago inmediato de salario, la juventud se ve orillada a aceptar perder derechos laborales como la seguridad social, prestaciones, acceso a la vivienda a fin de conseguir en la inmediatez un sustento.

La dimensión del problema no se percibe en el momento presente, será hasta dentro de dos o tres décadas cuando se pueda sentir la severidad del problema, pues será entonces cuando la población que hoy es joven ya no tenga la misma vitalidad para trabajar ni goce del privilegio de una salud sólida. La juventud de hoy, en algún momento tendrá que retirarse, será entonces cuando la presión social detone.

El estado mexicano debe adelantarse a este posible escenario, generando políticas públicas que protejan y den certidumbre a la juventud.




Más noticias


Contenido Patrocinado