Muy católico

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Creo que es precisamente la falta de convicciones -religiosas o sencillamente morales- el caldo de cultivo para todo estilo de vida netamente egoísta.

Por cuestiones meramente circunstanciales me ha sucedido en un par de ocasiones recientemente que alguien que me va conociendo me dice “oye, tú eres muy católico, ¿verdad?”. Y me he puesto a reflexionar al respecto.

Aunque ciertamente me esfuerzo por ser un buen católico, no por aparentarlo -porque hay un mar de diferencias entre “ser” y “aparentar”- me halaga el que me hagan esa pregunta por dos motivos: uno, es señal de que voy por el camino correcto y, dos, me compromete a cuidar mi conducta para que siempre envíe un mensaje coherente y no confunda con el escándalo.

Pero me sigue pareciendo una pregunta curiosa: “tú eres MUY…” porque esto demuestra y confirma que la creencia de la mayoría es que la vivencia de la fe católica, como en general la profesión de cualquier credo religioso, es que ésta puede tener distintos matices. La realidad es que no. No se es poco o mucho católico. Se es o no se es. El sólo hecho de estar bautizado en la fe católica nos imprime ese carácter, ciertamente, pero serlo o no serlo ya se trata de un ejercicio de la voluntad.

Y no es que yo me esté atribuyendo la facultad de discriminar y de decir “tú sí eres y tú no” ni tampoco que haya alguna autoridad dentro de la Iglesia Católica con la potestad de quitar el sello -fuera de lo que ocurre con aquellos que cometen faltas graves, como la práctica del aborto, por ejemplo, en cuyo caso no es que alguien decida retirarle el carácter sino que sólo confirma que la persona que incurre en la falta grave lo pierde motu propio- sino que me refiero al hecho de que en materia de convicciones no hay medias tintas. Reitero, se es o no se es.

Y es que creo que es precisamente la falta de convicciones -religiosas o sencillamente morales- el caldo de cultivo para todo estilo de vida netamente egoísta. Y con un montón de personas viviendo juntas y jalando cada una para su lado, a merced de sus propias pasiones, emociones e impulsos, imagínese usted el caos.

El Libro de las Revelaciones -mejor conocido como el Apocalipsis” contiene un pasaje que dice: “¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero como eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Reitero: se es o no se es.

La tibieza de nosotros, los católicos, ha sido, quizás, el principal pretexto de otros católicos para darse media vuelta y seguir un camino distinto. La falta de congruencia en las personas ha sido el principal motivo de una “orfandad” en materia de valores. Por eso carecemos de líderes, por eso muchas veces nos sentimos navegando a la deriva. Así que practique usted el credo religioso que practique, sea coherente. Su testimonio de integridad nos hace mucha falta a todos.

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