Avatares

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Actualmente existe una crisis de autoestima que proviene, a su vez, de la crisis de identidad por la que atravesamos,

Durante la colaboración semanal que hace en el espacio de Radio Fórmula de Joaquín López Dóriga el Dr. José Antonio Lozano Díez, Presidente de la Junta de Gobierno del IPADE, se presentó el resultado de un estudio realizado por parte de una empresa transnacional de productos para la mujer (no se menciona cuál) en 14 países, a una muestra de 5,000 mujeres, que, entre otras cosas, determinó que más de la mitad de las niñas (54%) de 10 a 17 años se encontraron con baja autoestima.

Esto es parte de una crisis de autoestima que proviene, a su vez, de la crisis de identidad por que atravesamos actualmente y que encuentra su origen en lo que ocurre en el mundo digital y las redes sociales.

Ahí todo es perfecto. Nadie nos mostramos tal cual somos sino que adoptamos una especie de “avatar” que deja ver a otros sólo lo que queremos y que, la gran mayoría de las veces, no muestra congruencia con nuestra realidad. Y es entonces cuando la falta de identidad de una persona y su propia inseguridad le vuelcan hacia el deseo de convertirse en alguien que no es y esto sólo le envuelve en una espiral que va deteriorando más y más su autoestima.

Hay “avatares” que llegan a adquirir tal popularidad y aceptación que se convierten en lo que hoy se conoce como “influencers”; muchos de ellos no ofreciendo otra cosa que modelos aspiracionales que todos quieren imitar sólo por querer convertirse en lo que no son, alejándose por completo de la autenticidad de su propia persona. Este fenómeno sin duda siempre ha existido, y fue durante décadas alimentado por los medios de comunicación, pero nunca como ahora, la era digital, había causado un impacto tan profundo.

Hoy, al estar tan inconforme consigo mismo, una persona que de pronto se encuentra con escenarios en los que puede exhibirse no tal cual es sino tal como quisiera ser -o como le han hecho creer que quisiera ser-, termina por abandonar por completo sus raíces dando un salto al vacío. Y dentro de ese vacío aparecen todo tipo de “realidades” alternas -¿ha escuchado recientemente el término “multiverso”?- entre las que se encuentran la ideología de género, zoantropía y otras desviaciones que la sociedad actual ha aceptado -e inclusive promueve- como válidas pero que no terminan por llevar a quien se sumerge en ellas a buen puerto.

¿Qué nos queda? Reafirmar la identidad de nuestros hijos mediante el ejemplo, cuidando los círculos sociales en los que se desenvuelven, escogiendo con cuidado las escuelas a las que les inscribimos y teniendo muchísima comunicación con ellos. Detectando de inmediato cualquier conducta o comentario que pueda dar una señal de alerta y preparándonos más para esta complicada tarea de ser formadores en una sociedad que claramente se aleja más y más del orden natural, del sentido común y de las buenas costumbres.

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