Leña de árbol caído

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

¡Qué lejos estamos de comportarnos como verdaderos seres humanos!

Otra característica típica de los mexicanos -y especialmente de los zacatecanos- es que somos buenísimos para hacer leña del árbol caído. Y es que, de veras, cada que vemos a alguien tirado en el piso, lejos de tenderle la mano para ayudarlo a levantarse, le propinamos tremendo puntapié para que ni se le ocurra hacerlo. Ojalá que nunca, ni usted ni yo lleguemos a encontrarnos en la condición del caído porque…

Es muy frecuente, por lo menos en los alrededores zacatecanos, con las estupendas vialidades con las que contamos, que se vuelque un camión y que con ello se atraigan como miel a las moscas a un montón de despreciables rapiñadores a hacer de las suyas. Sobre todo cuando el camión es de cerveza; mire, CORREN, y en ridículas escenas dejan todo aquello limpio en dos por tres. Y ninguno de ellos hizo por preguntarle al chofer siquiera si se encontraba bien. Es vergonzoso, en verdad. Y luego las personas que hacen esto suelen ser las que le echan la culpa al gobierno o a quien sea de su miserable situación y de que las cosas con el mundo vayan mal y no mejoren. Creo que el término “rapiñadores” les queda corto, los deberíamos de llamar “carroñeros”.

Y no sólo pasa con la gente pobre, mejor dicho, con la gente miserable, porque quede claro que ser pobre es una cosa y miserable otra totalmente distinta. Hay quienes se han valido de la desgracia de otros para salir adelante y hacer fortuna y yo estoy convencido de que hay un lugar muy especial para ellos en el infierno. A algunos de ellos los llamamos “políticos”, aunque no a todos y no sólo a ellos, quede claro. Una persona en indefensión, en completo estado de vulnerabilidad es un llamado, un auténtico grito a la piedad humana de ofrecer ayuda. Y cuando sucede lo contrario el que da el tiro de gracia no puede llamarse menos que “malnacido”.

¡Qué lejos estamos de comportarnos como verdaderos seres humanos! Yo creo que es por eso que, hoy en día, se vuelven virales todo tipo de videos de animalitos observando mejores conductas que las nuestras. Y quizás es también por eso que las nuevas generaciones prefieren tener “perrhijos” que hijos de verdad. Porque, en el fondo, todos estamos decepcionados de la raza humana, de sus bajezas, de su mezquindad. Y no bastan los luceros como Juan Pablo Segundo o Teresa de Calcuta para reivindicarla porque han sido más los que se han empeñado en su deterioro, en lo macro y en lo micro.

Y ¿qué nos queda a usted y a mi? Pues evitar a toda costa ser de esos que hacen leña del árbol caído para frotarse las manos con el calor de sus llamas. Y, mejor, ayudarlo a levantarse y verlo florecer otra vez. O ¿qué opina?

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