Guerreros

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Nadie sabe si le espera la adversidad o la prosperidad pero hay que prepararse para la primera aunque se viva luchando para la segunda.

Dicen por ahí que Dios da las peores batallas a sus mejores guerreros. Y aunque también dicen que nadie experimenta en cabeza ajena yo sí he tenido la oportunidad de hacerlo al conocer a personas que son auténticos diamantes humanos. Y, permítaseme la analogía, un diamante para ser preciado debe de ser trabajado con mucho cuidado pero a base de golpearlo magistralmente hasta convertirlo de una piedra amorfa a ser una de las joyas más codiciadas por el hombre. Y es que la vida realiza un proceso similar con algunas personas quienes, yo diría, son cuidadosamente seleccionadas para tal fin.

Por estos días tuve la oportunidad de platicar con una de ellas, una ser humano con quien llevaba algo de tiempo de no compartir unos minutos para ponernos al día después de muchos años de no estarlo, tras sólo quizás un par de ellos de haber vivido una amistad muy intensa. Por una parte, tras escucharle, sentí algo de remordimiento de conocer sus altibajos y no haber estado ahí para sostener su brazo cuando quizás lo necesitó, pero después dejé que la conversación fluyera y me permitiera asombrarme de la fortaleza con la que salió no de una, sino de muchas derrotas.

Debo de confesar que me considero un tanto egoísta al terminar aquella conversación dándole gracias a Dios porque mi vida ha transcurrido prácticamente sin mayores sobresaltos que los que acontecen a toda persona común. Pero en el fondo también quedó en mi un cierto temor a lo que está por venir ya que, por lo mismo, no me considero preparado para enfrentar la adversidad que se pudiera presentar. Y por eso le concedo mis respetos a aquellos a quienes la vida les ha exigido tanto y están de pie ante lo que yo simplemente desconozco si podría haberme doblegado. Pero también regreso al pensamiento con el que comencé esta reflexión: “Dios da sus peores batallas sólo a sus mejores guerreros”. Y yo agregaría: “y luego los envía a dar aliento a los más débiles para prepararlos para la vida”.

Nadie sabe si le espera la adversidad o la prosperidad pero hay que prepararse para la primera aunque se viva luchando para la segunda. Hay metales que requieren de una mayor intensidad de calor para tomar forma que otros y déjeme decirle que la vida es un crisol por el que todos hemos de atravesar. Más ardiente para unos que para otros, más temprano que tarde, pero la prueba ahí estará. Eso sí, ninguno recibirá mayor dosis de calor que la que esté preparado para soportar o menor de la que necesite para enfrentar los retos que se le presentarán. Lo que en lo personal me alienta es que quienes ya han pasado por ese proceso por lo general dan testimonio de que todo aquello que tuvieron que sufrir bien valió la pena por lo que al final alcanzaron conseguir.

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