Gente haciendo el bien

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

No solo suceden cosas malas, hay personas que apoyan a sus semejantes de diversas maneras.

Está claro que las buenas noticias no son noticia. Pero de cuando en cuando nos viene bien enterarnos de que suceden cosas buenas porque es tanto el bombardeo mediático de las cosas malas que de hecho suceden que a veces nos sentimos tentados a pensar que el bien ha desaparecido, que no queda gente buena por ahí haciendo de las suyas. ¿A poco no le pasa? Los noticieros y ahora las redes sociales nos administran a diario abundantes dosis de sucesos negativos: Que si unos jóvenes propinaron una cobarde golpiza grupal a otro, que si otros desaparecieron saliendo de una fiesta, o fue encontrada una fosa clandestina con restos humanos en tal lugar, o si un político ya fue y exhibió las transas de otro, o un demente se metió en una escuela y abrió fuego contra un grupo de niños inocentes…

Sí, son muchos los que obran el mal. Viene a mi mente un pasaje de la Sagrada Escritura en la que uno pregunta “¿acaso no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, entonces, vino la cizaña?” Y el caso es que ahí está. El mal. Pero también el bien, no más que, insisto, es menos vistoso.

Hay activistas que han abrazado causas tendientes a hacer algún tipo de bien: limpiar los océanos, proteger especies en peligro de extinción, reducir la emisión de contaminantes a la atmósfera… y ¡dedican su vida a ello! Otras consagran su tiempo para alimentar a personas en condiciones de extrema pobreza -principalmente niños- o realizan misiones médicas, religiosas o educativas para dar a los menos favorecidos una oportunidad de prosperar en la vida.

Pero todo esto se puede percibir distante… Aquí en corto tenemos gente que hace el bien. Yo conozco a unas familias que preparan tortas para llevarlas a los familiares de enfermos que están internados en el hospital general; a otras que los domingos, su día de descanso, se levantan temprano para preparar comida para los indigentes; señoras que llevan de paseo a los niños huérfanos de una casa hogar y les enseñan el catecismo y a quienes, un fin de semana al mes, van de misiones de evangelización a comunidades remotas a las que a veces los sacerdotes no llegan…

En estos días conocí a un matrimonio que dedica parte de su tiempo a rescatar perros en condición de calle, algunos de ellos atropellados o maltratados, les curan, alimentan y bañan y les consiguen hogar, sólo por hacer el bien.

Y, no sé, de pronto volteo de un lado a otro y veo gente haciendo el bien. Comprendo que ahí ha estado siempre, pero, como comencé diciéndole, la gruesa cortina de humo de las malas noticias que predomina en las redes y los medios, me impedía verla. ¿No cree usted que abrir un poco más los ojos en este sentido le da un buen bálsamo a nuestro muchas veces endurecido corazón?

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