Compasión

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Para la sociedad, la compasión es sinónimo de debilidad.

Por casualidad -o causalidad- me llegó desde dos películas distintas un mensaje que es digno de reflexión. De esas veces que a uno le queda claro que se tiene que abordar tal o cual tema o meterse de lleno a resolver determinado asunto.

Primero, en la película de “Oppenheimer”, que trata sobre el físico que encabezó los esfuerzos norteamericanos para la creación de la primer bomba atómica, hay una escena en la que, posterior al trágico suceso de Hiroshima, el protagonista visita al entonces Presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, y, en un momento de lo que se percibe claramente como una incómoda conversación, Oppenheimer dice al Presidente Truman: “tengo las manos manchadas de sangre” ante lo cual éste último se retira del saco un pañuelo y en un gesto de ofrecérselo a Oppenheimer le dice “¿usted cree que a las víctimas de Hiroshima les importa quién fabricó la bomba? Lo que les importa es quién se las lanzó, y ese fui yo”. Hace una señal a un personaje que les acompañaba a los dos y es éste quien invita a Oppenheimer a salir del despacho de Truman. Al ir cruzando la puerta se alcanza a escuchar al mandatario decir: “no vuelvas a dejar entrar aquí a ese llorón”. Y es que la trama de la película plantea un claro proceso de “arrepentimiento” del protagonista, al entrar en plena conciencia de los riesgos del uso de la energía atómica con fines bélicos y, después, al conocer los efectos desastrosos que tuvo en su primer ejecución.

Segundo, y más en un contexto de fantasía y ficción, en la película “Spider Man: Lejos de Casa”, uno de los villanos, al poner en serios aprietos al súper héroe, le increpa: “debiste de haberme matado cuando tuviste oportunidad de hacerlo, pero eres un debilucho”.

En efecto, para la sociedad, la compasión es sinónimo de debilidad. Así como muchos auténticos valores del ser humano son percibidos ahora como rasgos característicos de una persona tonta, ingenua y pusilánime. Y por eso muchos de nosotros que habíamos decidido salirnos “del montón” a veces optamos por volver a ocultarnos dentro del anonimato del mismo, para que no se nos perciba como tales.

No señor. No sienta usted pena en manifestar abiertamente los verdaderos valores con los que se identifica. Que no le avergüence que algo se mueva en su corazón cuando ve que se comete una injusticia en contra de un desprotegido, es más, confronte a aquel que lo humilla y al que le resulta fácil sentirse fuerte ante un débil y, por supuesto, no sea usted nunca quien con altanería asuma esa postura, recuerde que todos fuimos tomados del mismo barro para ser quienes somos y que sólo es Uno el que se constituye como ser superior.

La compasión es señal de grandeza de un ser humano. No de su debilidad.

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