Hegemonía y Poder

Hegemonía y poder son dos conceptos inherentes al Estado, al gobierno, a las instituciones públicas y a las instituciones políticas. Las definiciones clásicas las acercan en una línea casi imperceptible, donde su significado puede ser casi idéntico. (Poder-Hegemonía), (Influencia-Dirección), (Autoridad-Supremacía), estos conceptos son los que definen uno de los rostros de Estado.

Una de las definiciones del termino poder más aceptadas es la de Max Weber, que lo define como la capacidad de imponer la voluntad de uno sobre de otro, incluso si este último se resiste. El poder opera totalizaciones, el poder es cínico, el poder es puro, el poder es interés, y el ejercicio del poder es moral, porque su misma naturaleza lo legitima.

La hegemonía se define a partir de su capacidad de dominio, supremacía y la facultad de dirección política, como la conceptualiza Gramsci. Estos conceptos estructuran al Estado y al gobierno.

Un estado, su gobierno, sus instituciones públicas y políticas, deben ser hegemónicas para ejercer el poder. ¿Qué significa esto? Si un estado no es capaz de ser hegemónico difícilmente podrá ejercer el poder y, por lo tanto, la consecución de sus fines se demerita.

Un estado es hegemónico cuando es capaz de imponer sus valores, sus ideas y su dirección política en una sociedad. Un estado y sus instituciones deben conducir a la sociedad mediante sus políticas, sus programas y sus acciones. Estas deben de ser tan prioritarias y vanguardistas que cohesionen a la sociedad entorno a las instituciones. La agenda política, social y económica la asigna el Estado, ese es su espacio, su facultad y su función.

Cuando un Estado no es hegemónico, no puede consensar, mucho menos, imponer su agenda política, económica y social. No puede ejercer el poder de manera plena, esto lo lleva a un bucle que lo paraliza, lo fragmenta y lo anula.

La sociedad busca un estado hegemónico, fuerte que le garantice su bienestar, que garantice sus aspiraciones y su seguridad. Hegemonía y poder son dos acciones que producen cohesión y dirección política. La ausencia de ellas produce vacío, caos, y fragmentación política y social. La hegemonía que el Estado no ejerce,  genera un espacio en la sociedad que puede ser llenado por la desafección, el agotamiento y deterioro de las instituciones.