Inflación, tasas, crecimiento. Zacatecas

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

La economía se está mostrando rápidamente como una marea asfixiante. Hace apenas unos meses, aquellos que estaban preocupados por la creciente deuda eran vistos como Casandras incorregibles, aferrados a las modas de otro tiempo. El coro de expertos en economía de la modernidad habló sobre el nuevo mundo dándoles una pretendida conferencia magistral. Nos explicaron … Leer más

La economía se está mostrando rápidamente como una marea asfixiante. Hace apenas unos meses, aquellos que estaban preocupados por la creciente deuda eran vistos como Casandras incorregibles, aferrados a las modas de otro tiempo. El coro de expertos en economía de la modernidad habló sobre el nuevo mundo dándoles una pretendida conferencia magistral. Nos explicaron que el progreso económico, la globalización, el aumento de la productividad, habían derrotado definitivamente a la inflación y que las tasas de interés estaban condenadas a permanecer clavadas al piso ad vitam aeternam, por lo que la deuda se convirtió en un tema secundario. Este razonamiento ocioso fue, como sabemos, un tremendo estímulo para la fiesta, especialmente en algunos estados en México, donde nos emborrachamos, más que en ningún otro lugar, con el gasto público.

 

Una pandemia, una guerra más allá y la refriega populista y este gran andamiaje intelectual se está derrumbando. Los tormentos del mundo y de nuestros políticos barren con el espejismo del dinero mágico y la fábula del crédito infinito. Dejan atrás tres bombas de relojería: inflación galopante, burbujas especulativas (bolsa, inmobiliarias, criptomonedas) y montañas de deuda. Sin red de seguridad, esta vez: la trampa también se está cerrando sobre los bancos centrales -incluido el nuestro-, estos bomberos pirómanos, que, después de haber inundado el mundo con dinero gratis más que razón, ahora se ven obligados a subir sus tipos de interés uno a uno a riesgo de romper el crecimiento.

 

Incluso durante un período corto, de dos años, de aquí a 2024, unos meses bajo el signo del despilfarro presupuestario y fiscal y de tensiones sociales, esta gran agitación resultará especialmente mala. La cigarra, después de haber cantado demasiado, ahora está muda. Los vicegobernadores del Banco de México, bastante conocidos por su ponderación vocal (no conocemos la voz de la gobernadora): advierten contra cualquier nueva deriva presupuestaria que pueda amenazar la sostenibilidad de una deuda que costará cada vez más caro. En un momento en que el cielo se está oscureciendo, el Estado haría bien en recuperar finalmente el control de su gasto y reconsiderar la sostenibilidad de medidas como el subsidio a los combustibles por más que esté de por medio algún proyecto político (cada vez más evidentemente personal). Metidos ya en una sucesión presidencial adelantada, obviamente esta no es la prioridad del Gobierno, que con cada cuenta de combustible consumido en México firma miles de millones de dólares en cheques sin fondos.

 

Las subidas seriales de las tasas de interés solo significará dar a los bancos centrales cierto margen de maniobra, de modo que pueda bajarlos en caso de recesión. Esta contradicción revela una realidad más evidente: el fin de la omnipotencia de los bancos centrales, que había salvado a las economías de la crisis financiera de 2008 y la del Covid inundando de liquidez los mercados. Ante la nueva situación de inflación desenfrenada, ya no pueden darse el lujo de poder jugar a los bomberos de turno, condenados a dar prioridad a su mandato de estabilidad de precios. Incluso si muchos dudan de la efectividad de estas alzas de tarifas para contener los crecientes precios de la energía o las materias primas vinculadas a la guerra.

Por el contrario, en un círculo vicioso, estas subidas de tipos limitan la política fiscal de los Estados, que es más necesaria que nunca para apoyar el poder adquisitivo, el empleo y el crecimiento. El final del paréntesis encantado del “dinero mágico” corre el riesgo de sonar un despertar doloroso.

¿Y qué tiene que ver esto con Zacatecas? Pues, resulta que Zacatecas está puesto en el mismo mundo. La Tormenta Perfecta se nos está convirtiendo en un charco fangoso. En esta tierra en la que se dan las más altas tasas de inflación entre todos los estados del país, donde creamos 79 empleos en 4 meses, donde hemos cursado años de crecimiento negativo que se ha prolongado también durante los últimos 9 meses, en el mismo sitio en el que es más difícil que en ningún otro en el país abrir un negocio y mantenerlo operando, y en donde acceder a financiamiento ha sido más difícil, seguimos ocupando el tiempo público para hablar de grillas entre grupos políticos en lugar de ponerle atención a estos y otros problemas que comprometen nuestra sobrevida.

Más nos vale empezar a ser más serios.




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