“Trabajar en l’auditorio”

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Ninguna inclemencia detenía a Don Gabino ni a sus compañeros ejidatarios para trabajar por faenas en la construcción de un auditorio ejidal.

Con reconocimiento y gran afecto, al Sr. Gabino Ramírez de la Paz (QEPD) .

La mayoría de los días eran soleados, pero también los había con ráfagas de viento que traían un fino polvo del barrial semidesértico del lado poniente; pocas veces había brisa matutina y eran de temer las temporadas con ráfagas de viento norte porque el frío calaba hasta los huesos, aunque la comunidad estaba protegida por unas montañas del noreste y oriente. Ninguna inclemencia detenía a Don Gabino ni a sus compañeros ejidatarios para trabajar por faenas en la construcción de un auditorio ejidal. Era un sueño colectivo e iban a terminarlo, así tuvieran que trabajar jornadas dobles.

Vivir tan lejos, en medio de la nada forjó carácter fuerte y enseñó a tomar determinaciones caracterizadas por decisiones inamovibles en el ámbito social. Como años antes habían edificado un salón para las asambleas generales con un patio grande, a manera de plaza cívica, en donde se realizaban los festivales escolares y los bailes conmemorativos a los que concurrían cientos de personas de las rancherías del entorno, llamados por los prestigiados grupos musicales contratados en Monterrey y en especial por el ambiente cordial, pacífico y hospitalario que permeaba en las familias.

Habían fundado una Escuela Secundaria con grandes esfuerzos y cooperación permanente para sostener la matrícula dando alojo a los estudiantes foráneos. Con la esperanza fincada en la niñez también implementaron un Jardín de Niños atendido por la joven Camerina asignándole una gratificación económica mensual y simbólica obtenida de las cuotas de su tesorería. Contando con el apoyo de la Alcaldía Municipal, decidieron erigir un auditorio con dimensiones apropiadas al tamaño de sus aspiraciones, de seguir concentrando a la población de esa región, asignándose la responsabilidad de aportar la mano de obra y procurar alimentación a los dirigentes y algún personal externo necesario en la obra.

El agotamiento fue llegando al paso de los días por el gran esfuerzo y las limitadas posibilidades materiales de la mayoría; empezó a notarse la inasistencia de algunos ayudantes. Doña Pera y otras amas de casa no flaquearon en cocinar para contratistas y maistros; Don Gabis, el Pdte. del Comisariado Ejidal resistió meses buscando los auxiliares para el trabajo. Muy temprano visitaba las casas una a una, insistiendo en que fueran a completar la cuadrilla del día para continuar con el proyecto.

Años después de concluir el edificio, a manera de broma, los muchachos y compañeros lo veían venir y corrían a esconderse gritando “A trabajar en l’auditorio”, “¡Ey, vamos a l’auditorio!” emitiendo sonoras carcajadas a manera de festejo por el logro de su propósito.

La madrugada del domingo 5 de noviembre falleció Don Gabino. Será recordado por su familia, pero también en las ligas deportivas del béisbol municipal, en las asambleas ejidales por sus expresiones de apoyo al trabajo, por su carácter parco y simultáneamente sus expresiones que generaban acercamiento amistoso, bromas escondidas en su hablar serio, además por la nobleza característica de su gran corazón.

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