Riesgo innecesario

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

El alto sentido de responsabilidad hace concentrarse en la tarea y deben ignorarse las especulaciones.

A Luis José Rodríguez Carlos, con reconocimiento y afecto.

En lugar del golpe, le dio un abrazo, aunque el desplante anunciaba la agresión, cuando se encontró a media calle, cierto atardecer del soleado mes de junio con dos de sus colegas, quienes iban al lugar del concurso. Había levantado su pesado portafolio repleto de documentos por encima de la cabeza en señal de aventárselo.

Fue una acción de broma porque se conocían desde años atrás y habían sido compañeros en el mismo centro de trabajo, pero ¿Qué ocultaba aquel desplante?

En tono de decepción dijo: “Nos hiciste perder, profe. Estaba seguro de que tu alumno iba a obtener el indiscutible primer lugar”. “Nosotros (señalando a su compañero), apostamos nuestros relojes con el profe José” (el maestro del grupo de sexto grado de la cabecera de Zona Escolar, rival a vencer).

En una convivencia realizada semanas antes y eufóricos al calor de los brindis realizados, discutieron e hicieron pronósticos sobre los resultados de ese año, se animaron a tomar partido a favor de un joven Profesor cuyo trabajo les era convincente.

Para ponerle sabor y emoción a la rivalidad, se cruzó aquella apuesta. Jamás consideraron perder sus preciados relojes.

Tanta era la confianza que ni siquiera lo pusieron de sobre aviso. Lo habían considerado innecesario porque conocían el desempeño y grado de competitividad que había entre las escuelas.

De haberlo notificado probablemente el aludido no se hubiera opuesto, pues dependía de la voluntad de aquellos, pero les habría informado que Micaela, su alumna registrada para participar, fue dada de baja por su familia apenas unos días antes del concurso, así que tuvo que suplirla por Luis José, otro alumno destacado, pero que acudió de manera natural, sin entrenamiento exprofeso (como acostumbraban hacer en la mayoría de los planteles). Su meritorio segundo lugar en la tabla general de resultados fue satisfactorio para él, su asesor, condiscípulos, colegas y familia.

Nada sabían sobre apuestas ni partidarios diversos.

La rivalidad de las dos escuelas de organización completa (las que tienen al menos un docente de cada grado y grupo), era habitual. La expectación aumentaba en cada concurso y se polarizaban las posiciones en prácticamente todos los eventos, deportivo, académico, rendimiento de la Cooperativa y ahorro escolar, incluido el de la relación político-sindical de los mentores

Como se dice coloquialmente en esa región, “En el pecado llevaron la penitencia”, los atrevidos o ingenuos “jugadores”.

Libres de todo sentimiento de culpa, maestro, alumno y tutores fueron a buscar su transporte de regreso a casa. Dadas las circunstancias de ese concurso, admitieron como sobresaliente su participación.

El alto sentido de responsabilidad hace concentrarse en la tarea y deben ignorarse las especulaciones.

Es incorrecto realizar apuestas sobre las actividades académicas y formativas de los escolares. Las mismas competencias de rendimiento son cuestionadas por los teóricos porque sostienen que el concurso debe realizarse en el alumno, contra sí mismo, para valorar el grado de desarrollo académico propio.

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