Otro nivel cultural

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

La llegada de la televisión a la comunidad, influiría en la relación social de manera positiva, transitando gradualmente a otro nivel de cultura en los habitantes.

A la generación 79-85, Esc. Primaria de Apizolaya, Zac.

“¡Haz un esfuerzo, haz un esfuerzo!”, Decía Adán Tapia a su pequeño amigo que estaba al pie de un mezquite, intentando subir al árbol, pero su fuerza y habilidad eran menores, abrazado al rugoso tronco jadeaba sudoroso, sintiendo lastimar las yemas de los dedos, la panza, la parte interna de sus piernas, sólo lograba ascender unos cuarenta centímetros del suelo. Aquel, a horcajadas sobre una rama, estiraba su brazo mientras se detenía con el otro, para ayudar a Rogelio.

El maestro vio aquella escena cotidiana. Sin detenerse siguió caminando hacia la escuela. Sus meditaciones se concentraron en la frase del niño que quería motivar al compañero para que trepara y juntos seguir jugando entre las ramas.

¿Qué tenía de particular la frase?

Apenas un par de meses antes, tal vez el llamado hubiera sido: “¡Búllete, agárrate juerte!”.

¿Por qué la diferencia en el lenguaje?

Hacía unas ocho semanas que empezó a llegar la señal de televisión a aquella comunidad. Iniciaba el año 1981. Aunque la imagen era defectuosa, saturada de nieve por interferencia, debilidad de la recepción, pronto proliferaron los televisores en blanco y negro en las familias solventes, en aquellas que tenían familiares trabajando en grandes ciudades o en los Estados Unidos de Norteamérica.

Previo a este acontecimiento histórico, relacionado con las telecomunicaciones, solamente podía escucharse la radio y de unas cuantas radiodifusoras de mayor alcance en el país como “La ‘T’ grande”, de Monterrey, la XEW “La voz de la América Latina, desde México”, un par de estaciones de la Región Lagunera, eventualmente “La Ele” de Fresnillo.

Por fortuna, aunque tardado, había comunicación del Servicio Postal Mexicano. Del teléfono, era soñar tanto como querer tener pavimento en más de cien kilómetros de terracería.

Esporádicamente se incluían en el lenguaje coloquial expresiones de comunidades circunvecinas, como resultado de eventos sociales, de encuentros de béisbol o vóleibol.

Cierto que al medio sociocultural de la población se insertaron elementos no positivos de relación interpersonal, pero como todo medio de comunicación masiva, incluye riesgos de esa naturaleza.

Aunque algunos intelectuales calificaban la TV como “La caja que idiotiza”, el profesor tenía la convicción de que ese medio de comunicación influiría en la relación social de manera positiva, transitando gradualmente a otro nivel de cultura en los habitantes. Haciéndolos más desenvueltos, adquiriendo información sobre lo que sucede en otras latitudes incluso en el extranjero. Aquella pequeña anécdota era una muestra de ello.

Los tiempos son cambiantes y a la par mejoraron las comunicaciones. Hoy día ese pequeño pueblo y otros en la región, cuentan con carretera pavimentada, servicio telefónico, señal de internet, disponen de educación escolarizada desde Preescolar hasta Bachillerato. Los esfuerzos de las familias se han visto coronados con la formación de sus hijos. En el Censo de Población y Vivienda el número de profesionistas puede contarse por decenas.

Hoy sigue habiendo oportunidades de crecimiento, el nivel de vida es distinto, alentador.

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